Empiezo diciendo que no toda la gente que ha sido expresamente condenada por los medios de comunicación tiene por fuerza que ser sentenciada luego de un proceso penal porque no corresponde a la prensa emitir tales condenas, pero obviamente nada le hace tanto daño al sistema de la justicia en el país como esa farsa en que se ha convertido la súbita entrega de prófugos para recibir una medida sustitutiva como si tal cosa, no obstante que han pasado años y hasta meses escondidos y evadiendo la persecución penal.
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Alguien que se fugó, sea porque no consideraba que había condiciones para una correcta aplicación de la justicia o simplemente porque no tuvo los pantalones de resolver su situación aun en medio de adversidades políticas, no debe tener derecho a medidas sustitutivas porque está más que demostrado su tendencia a ocultarse de la justicia y desempeñar el papel de prófugo. Lo mismo vale para los funcionarios de gobiernos anteriores que gozan ahora del privilegio de estar en su casa luego de haber escapado cuando supieron que había en su contra orden de captura, como para los banqueros que cínicamente se han ido apersonando en juicio luego de haber pactado con los jueces para que no los manden a la cárcel, no obstante el dinero que le robaron a los cuentahabientes.
Por supuesto que ponemos más atención a los casos de los políticos que gozan de medidas sustitutivas, porque es obvio que hay contra ellos más resquemor público, pero no podemos olvidar a los ladrones de cuello blanco que robaron a quienes pusieron la confianza en instituciones bancarias y luego simplemente dejaron que entre todos pagáramos el dinero hurtado, escapando durante mucho tiempo hasta que logran untarle la mano a algún juez que se porte benevolente con ellos.
El caso es que nuestra justicia no es ciega, ni pronta ni cumplida. Es simplemente una proxeneta que se vende al mejor postor sin ningún recato ni vergí¼enza. El caso de ayer del licenciado Maza Castellanos es inexplicable, porque resulta que pasó años enteros huyendo de ella y, sin embargo, a la primera de cambio le facilita todo. Es un mensaje claro para que los sinvergí¼enzas del Banco de Comercio se vayan apersonando a juicio como ya lo hicieron los del Banco del Café, de los gemelos y del Empresarial, sin temer ninguna consecuencia de los actos delictivos que realizaron para defraudar a la confianza de la población que creyó en su condición de banqueros.
Y por ello es que tenemos la violencia que nos agobia, puesto que está demostrado que en el país no hay justicia y que cuando la maquinaria se pone en funcionamiento, siempre exonera a los que tienen capacidad de sobornar a algún juez o funcionario. En ese contexto uno termina entendiendo los linchamientos y otras formas de hacerse justicia por propia mano, puesto que no hay esperanza de que se pueda aplicar la ley con la debida corrección. No se puede justificar ese tipo de excesos en los que cae la ciudadanía, pero sin duda que se puede comprender muy fácilmente por qué es que nuestra sociedad tiene esas reacciones violentas en contra de los que son o parecen delincuentes.
Terminamos este año con demasiadas muestras de que la justicia chapina es una desgracia, una verdadera vergí¼enza que reclama la indignación del público.