La captura de la abogada Beatriz Ofelia de León de Barreda y su consignación a los tribunales constituye una prueba de fuego para nuestra justicia porque habiendo sido Presidenta de la Corte Suprema de Justicia y con abundantes vínculos en el sistema, es acusada de obstruir la justicia en el proceso por la muerte de su nuera, hecho del cual se sindica a su hijo, Roberto Barreda de León.
La procesada considera que los medios de prensa la han linchado, pero la verdad es que hay un clamor para que se establezca el paradero de dos niños inocentes que están desaparecidos y en manos de quien puede ser o un peligroso criminal o un perturbado mental y cualquiera que sea el caso ello pone en riesgo la salud física y mental de los dos pequeños, por lo que es imperativo que cese cualquier acción para obstruir la justicia y encubrir al principal sospechoso, quien debe presentarse a los tribunales para esclarecer su situación sin que se le proteja y esconda.
Al localizar en la casa de la licenciada De León de Barreda regalos envueltos en papel de cumpleaños justamente en el día en que cumplió cuatro años la nieta, María Mercedes Barreda Siekavizza, hace pensar que los dos niños están en el país y que si la abuela decidiera confiar en la justicia, presentaría a su hijo para que encare el proceso en vez de esconderlo y convertirlo en prófugo. No se puede pretender que ella declare en contra de su hijo, pero evidentemente el Ministerio Público tiene suficiente evidencia de que ha obstruido la justicia como para acusarla formalmente y es que ha trascendido la forma en que ella y su hijo destruyeron evidencias del crimen que se cometió contra Cristina Siekavizza de Barreda.
No se trata de linchar a nadie, pero tampoco de impedir que se aplique la ley. Quien dirigió el Organismo Judicial e hizo carrera en el mismo, no puede promover la impunidad de ninguna manera. Hay ahora indicios que señalan de manera directa a Roberto Barreda, por lo que debe presentarse a los tribunales para esclarecer su situación. Pero hay, además, indicios de que ha gozado de una protección especial por la influencia que sus padres tienen en el sistema de justicia del país debido a sus lazos profesionales y personales con muchos de los juzgadores y operadores del poder judicial y justamente por ello es que no puede hablarse de un linchamiento.
Se trata de un crimen terrible, pero está, además, en juego la vida, la salud y la estabilidad emocional de dos niños inocentes que han sufrido ya más de lo que puede soportar un ser humano y que necesitan, con urgencia, cariño y atenciones.
Minutero
La Justicia vive prueba
que resulta decisiva;
una resolución permisiva
al traste todo se lleva