Es muy corriente escuchar que en política quien se enoja pierde y por segunda vez le recordamos esa vieja expresión al Presidente de la República, quien nuevamente formuló declaraciones dejando que su malestar por ataques dirigidos en contra de su esposa dicten el tono de sus palabras. Se comprende que humanamente una agresión a los seres queridos provoca reacciones que son naturales en esa perspectiva, pero que un Jefe de Estado tiene que atemperar para no caer en el papel de los críticos a los que se está dirigiendo.
Entendemos que algunas expresiones que se han utilizado para calificar a la esposa del Presidente son francamente ofensivas y eso justificaría que el ingeniero Colom se indigne, pero no puede, como representante de la Unidad Nacional, botar el canasto y liarse a insultos con sus adversarios en lo que podría ser una competencia para ver quién es mejor para proferir las mayores agresiones verbales. Una de las características de la democracia es que se tienen que soportar las críticas, aunque las mismas sean salidas de tono y abiertamente ofensivas.
Creemos que precisamente en defensa del espíritu de los programas de cohesión social, lo que el gobierno tiene que hacer es redoblar esfuerzos por transparentar el uso de los recursos destinados a la asistencia a las comunidades más pobres de Guatemala y que eso será lo único efectivo para desmontar los ataques que puedan orquestarse en contra de la esposa del Presidente. Los grupos opositores serios están pidiendo listados de quienes se benefician con los aportes y, la verdad, ese requerimiento no es excesivo tomando en cuenta la historia del país en cuanto a la forma en que se administra la cosa pública. La negativa a proporcionar esa información alimenta el morbo entre quienes puedan formar parte de grupos que persiguen segundas intenciones en la crítica acerba contra la señora Torres de Colom.
Lo otro es caer en un juego negativo en el que llevan las de ganar quienes no pierden absolutamente nada lanzando insultos porque logran su principal cometido sacando de sus casillas al gobernante, quien sí tiene mucho que perder si empieza a lanzar insultos. Sobre todo porque él no dice directamente a quiénes se refiere y se pasa llevando a todos los que critican poco o mucho de lo que hace como gobernante, aumentando así las rencillas con distintos sectores de la población.
Creemos que en ejercicio de sus derechos, el Presidente puede ser concreto y directo para referirse a quiénes le han insultado sin recurrir a generalizaciones que al final crean un malestar innecesario entre muchos. Pero más que eso, creemos que los ciudadanos merecemos que cuando diga estúpido a alguien o califique a otro de analfabeta, llame a esos sujetos por su nombre.