La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala realizó una investigación que marca un hito en la historia de nuestro país y que permitió la captura de los autores materiales del asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg. Por primera vez se recurrió a métodos científicos de prueba en vez de lo tradicional en nuestro medio que ha sido la prueba testimonial, misma que es tan poco confiable y que ha sido la más socorrida en los procesos penales en nuestro país.
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A partir de los videos recopilados el mismo día del crimen en los lugares cercanos al sitio del asesinato y de una seria investigación de las llamadas realizadas por teléfonos celulares en las celdas que cubren el área, la Comisión logró datos precisos que a lo largo de cuatro meses fueron seguidos con eficiencia y capacidad para armar el caso que sea sólido a la hora de procesar a los detenidos. Y obviamente en el cúmulo de información no aparecen únicamente datos sobre los autores materiales, sino que hay elementos para continuar con la investigación y establecer la responsabilidad de quienes pagaron a los sicarios para que asesinaran al profesional del derecho.
Algunas investigaciones científicas han demostrado que la prueba testimonial es poco confiable. Un mismo hecho, presenciado por varias personas a las que se somete a la prueba, es relatado de distintas maneras por los testigos y rara vez hay absoluta coincidencia en cuanto a los detalles. En cambio, cuando se recurre a otros medios de prueba se puede afirmar que hay elementos indiscutibles que permiten comprobar de manera fehaciente y más allá de toda duda razonable, la responsabilidad de los autores de un hecho criminal y eso es lo que ha logrado la CICIG en el caso Rosenberg.
Sin duda que los desplegados de llamadas telefónicas, a lo que ahora hay que agregar las escuchas telefónicas, constituyen un auxiliar invaluable para una eficiente investigación. La absoluta confianza que mostró Carlos Castresana en la calidad de la prueba disponible en cuanto a la autoría material del asesinato de Rodrigo Rosenberg es una muestra de que podemos avanzar muchísimo en Guatemala en el tema de la impunidad y de los grupos clandestinos, puesto que se demuestra una vez más que hay elementos de las fuerzas de seguridad o que han pertenecido a éstas, que tienen vinculación seria y consistente con el crimen organizado. Si algo demuestra la razón que hubo al gestionar el apoyo de la CICIG para fortalecer la justicia, es esta investigación que ahora tenemos que aplaudir como algo muy positivo para el país.
Justo fue también el reconocimiento que Castresana hizo del nivel de confiabilidad de más de doscientos elementos de las fuerzas de seguridad que tuvieron participación en el caso, no sólo en la investigación sino en la captura, porque generalmente éstas fracasan por fugas de información que alertan a los delincuentes para que escapen y ahora vimos que hay muchos guatemaltecos en las fuerzas de seguridad que actúan responsablemente y al servicio de la justicia.
Yo he sido de los que han apoyado el concepto y el trabajo mismo de la CICIG y ahora no puedo sino ratificar mi confianza y mi esperanza de que nos ayuden a desmantelar el aparato de la impunidad. Mi confianza en que en este caso se llegará a los autores intelectuales y ojalá que también se pueda esclarecer el caso Musa, no obstante que los autores materiales e intelectuales puedan ser distintos en ambos casos. Que bueno es que podamos recuperar al menos algo de confianza.