La inutilidad de Internet o su subutilidad


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Dejemos aparte la discusión de si lo que vivimos en términos cibernéticos corresponde a la “era de la información” o si, por el contrario, se trata del advenimiento de la “sociedad red”, como afirma Manuel Castells, el caso es que Internet nos ha cambiado radicalmente y parecemos ciudadanos extraños, casi extraterrestres.

Eduardo Blandón

 


Vamos por parte. Si bien es cierto, conectarse a Internet constituye un acontecimiento que hace cambiar la percepción del mundo y permite la aproximación al conocimiento y las amistades, no siempre tanta riqueza es garantí­a del buen aprovechamiento del mismo.  Quiero decir, no por tener computadora y acceso a Internet nos hace más listos.
 
Hoy por hoy, por ejemplo, la mayor parte de nuestros jóvenes acceden a la red, no para estudiar, sino para chatear y vagabundear.  Sirve de pasatiempo y solaz (gratificante y bueno en ocasiones).  Pero, la verdad se le saca poco provecho en cosas que podrí­an hacernos mejorar en muchas dimensiones de nuestra vida.  El diario El Mundo de España contaba el año pasado –para fortalecer lo que digo– que  â€œmás de 500 millones de personas (el 8% de la población mundial)”, tienen perfil en Facebook.
 
Wikipedia lo confirma: “Facebook tiene más de 500 millones de usuarios registrados alrededor de todo el mundo (…)  La página es la más popular para subir fotografí­as, con estadí­sticas de más de 83 millones de fotos subidas a diario.  El 3 de noviembre del 2007, habí­a siete mil aplicaciones en el sitio, cien agregadas cada dí­a, y en enero de 2010 superaban las 500,000”.
 
Internet sirve para muchas cosas, no necesariamente para instruirnos y ser más sabios.  El diario Le Monde, en su edición de hoy afirma, para seguir dando ejemplos, que más de 120 millones de ciudadanos chinos, esto es, cerca del 10 por ciento de la población del paí­s, están inscritos en sitios para descubrir un amor.  Se trata de páginas en las que cualquier persona, una vez inscrita (algunas son pagadas), tiene la posibilidad de encontrar pareja.
 
Para que vea lo que buscan los chinos, el diario francés dice lo siguiente: “En Zhenai.com, el segundo sitio más frecuentado, se hallan los diez criterios de búsqueda avanzada del alma gemela: ‘ganar más de 5,00 yuanes por mes’, ‘poseer un carro’ y ‘tener un apartamento’”.
 
Vivimos en una época “sui géneris” e Internet no tení­a por qué ser la excepción.  La soledad que vivimos, en medio de tanta muchedumbre, hace que los instrumentos tecnológicos sean un apoyo para sobrevivir a la fatalidad de los dí­as que parecen carecer de sentido.   Por eso decí­a al inicio que Internet no necesariamente nos hace dar un salto cualitativo en la vida. De nada sirven las computadoras si no se saben usar.  Castells lo resume así­ (su libro, “la sociedad red: una visión global”):   
 
“La introducción de ordenadores en las escuelas sólo sirve de algo cuando los profesores saben emplearlos debidamente; y éstos no pueden hacer gran cosa a menos que el sistema organizativo de la escuela trascienda las burocracias disciplinarias de la era de la información.  Por su parte, Internet no sirve de mucho en las universidades, dentro de un contexto cultural y académico que, a menudo, poco ha cambiado desde las escuelas teológicas de la era preindustrial”.