Sabios eminentes, de fama mundial, han hecho grandes inventos que, indiscutiblemente, ha sido con la mejor de las intenciones para la humanidad, pero no siempre han resultado ser del todo beneficiosos para los mortales humanos que pueblan el planeta Tierra.
Nos explicaremos de inmediato en forma concreta, en lo posible, de acuerdo con nuestros modestos conocimientos.
El enjambre de satélites que sobrevuelan alrededor de la bola terráquea, así como vislumbran otros astros localizados a millones y millones de distancia para investigar si hay vida como en la Tierra, es uno de los inventos maravillosos que se han realizado.
Hasta hoy, apenas han alcanzado pocos y determinados astros, entre ellos la luna, a donde primeramente enviaron, a título experimental, algunos animalitos irracionales y, después, fueron llegando algunos astronautas. Empero, relativamente esos son pequeños saltos como de batracios lo que se ha logrado.
Con la bomba atómica no se intentó pecaminosamente –digamos– de provocar terribles atrocidades como las que redujeron a cenizas las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la población de ambas urbes japonesas fue masacrada.
Los hombres de ciencia se han hecho famosos por haber inventado productos contra enfermedades que, en otros tiempos, eran consideradas como “incurables”, tales son, por ejemplo, la tuberculosis, la sífilis, entre otras que diezmaban a hombres y mujeres; incluso muchos niños nacían con defectos o taras.
Continuemos. Las computadoras, los celulares y todos sus accesorios son sencillamente maravillosos, pero (otro pero) se prestan a muchas cosas non sanctas…
No nos extenderemos más, mencionando otros importantes inventos del hombre superado intelectualmente, porque esencialmente nos interesa referirnos en volandas, concretamente, a lo que ha dicho el Papa Francisco respecto de la Internet. Ha expresado paladinamente que es un don de Dios, y eso no debemos ponerlo en tela de juicio o dudarlo, ya el Sumo Pontífice está realmente en lo cierto.
Lo positivo o bueno y admirable de la Internet podemos sintetizarlo de esta manera: acorta todas las distancias del mundo; posibilita amplia información sobre lo positivo y negativo para las personas de los diferentes campos de actividad; mediante ese asombroso sistema cibernético es factible conseguir todo cuanto uno desea; es una herramienta excelente; facilita en término de minutos o de segundos las relaciones nacionales e internacionales que interesan a funcionarios de gobierno, al empresariado del comercio, y de la industria, a los familiares, amigos y demás personas de nuestros afectos; informa sobre la interesante, candente y a ratos cambiante actualidad para enterarnos de lo que pasa e interesa al curioso y muy nervioso Juan Pueblo, etcétera.
En cuanto a lo negativo que nos suscita la Internet, podemos citar lo siguiente: Produce mucha afición que nos resta tiempo precioso, digno de ser empleado cuando se trata únicamente de ligera distracción; puede usarse para cometer actos incorrectos, indecentes o perversos: puede utilizarse para engañar a otras personas al cambiar los perfiles propios de la personalidad de quien o de quienes se trate; es un sistema propicio para la comisión de estafas, robos de contraseñas y de cuentas bancarias; para enterarse de correos personales o redes sociales, para alterar identidades, captar información confidencial y, aquí, otro largo etcétera…
A nuestro juicio, los meritísimos inventos, al igual que todo lo insólito que se conoce en el transcurso de nuestra vida, son como para soñar despiertos, y podemos decir que debemos atribuirlos a la prodigiosa y docta sabiduría del hombre; pero, si reparamos en el Supremo Hacedor del Universo, que no es otro, sino Dios omnisciente, todopoderoso e inmortal, llegaremos a la afortunada conclusión de que todo lo que hace el ser humano ¡ES OBRA DE DIOS PARA BIEN, NO PARA MAL DE LA HUMANIDAD!!!