Por lo pequeño de nuestras repúblicas centroamericanas, el ideal de la integración siempre ha sido una necesidad histórica. En la etapa democrática, y como cauda de las revueltas en Nicaragua y El Salvador, y de las pretensiones de Vinicio Cerezo por iniciar el proceso de paz, se solicita el acompañamiento internacional y la propia Comunidad Europea comienza a sugerir un modelo de integración a su imagen y semejanza.
Gracias a los graduales ceses de fuego, la nueva realidad permite un mayor tránsito de mercancías, inversiones y personas, tal y como ha sucedido en la región desde épocas inmemoriales. Es así como los emprendedores cultivadores de verduras de Almolonga y lugares aledaños se aventuran a conquistar la «Tiendona» en pleno San Salvador, el grupo Gutiérrez expande sus Pollos Camperos, los banqueros de aquí y allá establecen fusiones bancarias y últimamente se sabe que el grupo Novella está penetrando los mercados regionales y las ventas detallistas de cemento.
Es también sintomático de la innovación y el emprendedurismo ver la marca Saúl Méndez invadir el conspicuo y sofisticado mercado consumista costarricense, ver al grupo Pella nicaragí¼ense penetrar la actividad azucarera por el lado del Polochic, adquiriendo un ingenio que ha pasado por incontables valladares, y al grupo azucarero Pantaleón adquirir un ingenio grande en la región de la Grecia en Honduras.
Y es que la integración, desde el lado del tránsito de personas y de las inversiones privadas es toda una realidad, pero lo que está en duda es la efectividad y crisis existencial de su parte pública, comenzando por el desconocido por muchos «Sistema de Integración Centroamericana», -SICA-, que tiene su sede en San Salvador, hasta llegar al Banco Centroamericano de Integración, con sede en Tegucigalpa, y no digamos a la expresión política integracionista representada por el Parlamento Centroamericano, cuya sede está en plena zona cinco de la ciudad de Guatemala y que recién en 2010 sufrió el despecho del máximo jerarca panameño.
En los medios ha trascendido la crisis de gobernabilidad que algunos cancilleres y ministros de economía han causado en la Secretaría de Integración Económica Centroamericana -SIECA- que tiene su sede también aquí en Guatemala, y que en tiempos del tránsito de Haroldo Rodas a la cancillería guatemalteca, quedó en manos de Yolanda Mayora, ex Ministra de Economía de El Salvador, y miembro del equipo del ex presidente Antonio Saca.
Resulta ser que en la más reciente reunión del SICA, celebrada en Belice, y que contó con la participación de cancilleres y algunos presidentes centroamericanos, se preparó una más de las tantas serruchadas de silla que suelen ocurrir en estos ambientes políticos y tecnocráticos, y se calentó el oído de varios presidentes para defenestrar a Mayora. Ello acarreó, como era lógico, una nueva crisis de gobernabilidad, y un lío entre cancilleres y ministros de economía, siendo que la pugna de visiones e intereses entre países pretende llegar al ala protectora de los más altos jerarcas, quienes se reúnen cada cierto tiempo en sus famosas «cumbres presidenciales», llenas de lírica y promesas de integración.
Así, luego de la celebración de los cincuenta años de integración formal en el 2010 y de los abrazos y fingidas manifestaciones de cariño y lealtad, algunos tecnócratas ministeriales vuelven de nuevo a la práctica del maquiavelismo y la intriga aldeana y chancera, como en los tiempos de don Mariano Gálvez y Morazán, ¡qué lástima que no aprendan de la historia!