Dijo ayer el Presidente que en el tema de los secuestros ha bajado su número, pero que casos como el del menor asesinado aumentan la percepción de inseguridad. La verdad es que en el tema de secuestros es muy difícil establecer cuantificaciones correctas porque en la mayoría de casos las víctimas no denuncian el hecho ante el temor de que puedan asesinar al secuestrado y prefieren negociar por su cuenta la liberación.
Durante un tiempo, breve por cierto, la Policía Nacional Civil mostró aire con remolino y en cuestión de semanas fueron liberados varios secuestrados, capturando a los secuestradores y muriendo algunos de ellos en los operativos de rescate. Como consecuencia de esa eficiencia policial, aumentó el número de ciudadanos que confió en la autoridad para resolver los casos de secuestro, pero fue una situación verdaderamente efímera y en poco tiempo se dejó de actuar con tal eficiencia, por lo que nuevamente quienes sufren el acoso de los secuestradores prefieren salir del atolladero por sus medios, sin notificar nada a la Policía o a cualquier otra autoridad porque no se les tiene confianza.
Ayer mismo el Presidente se dio cuenta que mientras él quería llevar el curso del programa radial hacia la discusión del programa ProRural que dirige su financista Roberto Dalton, la gente se resistió y prefirió plantear cuestiones relacionadas con la seguridad o, mejor dicho, la inseguridad que sufre la ciudadanía. Y es que existe una clara percepción de que en materia de seguridad vamos como el cangrejo y días como ayer no ayudan en nada. En cuestión de horas mataron al niño secuestrado, luego a otro niño y a sus acompañantes en un billar, posteriormente a los tres miembros de una familia que no le cumplieron a los extorsionadores y por último al subdirector del presidio El Boquerón, quien supuestamente tuvo que ver con el traslado de un marero peligroso y eso le costó la vida.
Verá el Presidente que no se trata de una pura cuestión de percepciones, sino de realidades que agobian y que demandan de él y de sus colaboradores más compromiso para actuar. Es risible oír al director de la PNC diciendo que van a poner retenes para detener a todos los carros con más de dos pasajeros para combatir el secuestro. Otra vez, de inteligencia ni idea y no sólo hablamos ya de inteligencia para recabar y procesar información, sino de inteligencia en el sentido más elemental del término.
Por ello es que el guatemalteco se siente agobiado, inseguro y temeroso, puesto que el territorio está en poder y control de los grupos criminales y el Gobierno no conoce la inteligencia.