Hoy murió Manuel Ayau Cordón, a quien considero el guatemalteco más influyente durante los últimos 50 años de la vida nacional. Pese a nuestras diferencias de criterio mantuvimos una amistad que sorprendía a muchos de sus amigos. Recuerdo el rostro de incredulidad de algunos de ellos cuando nos vieron departiendo alegremente y bromeando en la inauguración de Xetulul, en el Irtra y alguna vez me confesó que hasta parientes suyos se extrañaban cuando les comentaba de nuestros esporádicos almuerzos, porque nos veían en posiciones diametralmente opuestas.
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En varias ocasiones he comentado, tanto con guatemaltecos como con extranjeros, que sinceramente veo al Muso como el guatemalteco que más influyó en la vida del país desde los años sesenta hasta nuestros días, puesto que con un pequeño grupo de amigos, convencidos de las ideas liberales, formó el Centro de Estudios Económico Sociales que fue como la probeta para darle vida a la Universidad Francisco Marroquín. Fue Payo Samayoa, suegro de mi hermana, quien se empeñó en reunirnos por considerar que ambos actuábamos buscando lo mejor para el país y de esa cuenta lo traté, como amigo, durante unos cuarenta años.
Lo de la influencia lo explico en el sentido de que Guatemala es un país en el que el libre mercado y las ideas libertarias del Muso se propagaron no sólo porque la Universidad Marroquín ha formado a miles de guatemaltecos que hoy son personas influyentes en la vida nacional y que no sólo dirigen empresas, sino que tienen expresión política y ocupan espacios en los medios de comunicación social. De hecho, reconozco que la prédica del Muso contra el Estado y contra lo público caló tan hondo en Guatemala que muchos políticos la adoptaron como suya y en muchos casos hasta la llevaron a extremos, puesto que convencidos por la teoría de que el Estado es inútil y que la iniciativa de los particulares es el motor de la sociedad, se abandonaron instituciones y se planteó como estrategia la reducción del tamaño e influencia del Estado. Las privatizaciones son parte de esa doctrina que promulgó desde la Universidad Marroquín y que se impregnó en importantes sectores de la sociedad.
Al margen de que yo pueda pensar que eso fue fatal para el país, especialmente porque hasta en temas como seguridad y justicia el Estado se redujo a mínima expresión que lo hizo inútil y quizá fallido, debe reconocerse que Muso fue un hombre que se entregó por completo a una causa en la que creía firmemente y hasta en sus últimos empeños, con ProReforma, trató de implementar un sistema basado en su concepción filosófica y en sus principios económicos. La Universidad Francisco Marroquín optó por promover excelencia académica para atraer a quienes querían ser los mejores profesionales, y se encargó de prepararlos no sólo para el ejercicio de su profesión, sino para que fueran propagadores de la idea que inspiró a la Universidad.
Mis hijos se hicieron profesionales en la Universidad Marroquín y recibieron todos los cursos ajenos a sus carreras que contenían la enseñanza básica de la doctrina liberal. El Muso bromeaba diciendo que su Universidad era tan buena que hasta Oscar Clemente metió a sus hijos a estudiar allí. í‰l sabía que todos mis hijos tomaron su propia decisión, y también supo que sus enseñanzas eran tema de serios y profundos debates en casa, seguramente más intensos de lo que podían ser en las aulas. Obviamente me aproveché de mi autoridad paterna para influir más que los catedráticos, lo cual logré en mayor o menor medida.
Vaya para su familia un abrazo de quien siempre sintió el afecto y respeto del Muso y le correspondió, admirando además su devoción por la causa en la que siempre creyó.