La política energética del gobierno indio, desvelada en un documento la semana pasada, llevará al país a buscar uranio a Mongolia, Namibia y Kazajistán, nuevos socios potenciales a los que se añaden los tradicionales, como Rusia.
India cuenta actualmente con 17 reactores nucleares en actividad -dos de ellos construidos por los rusos-, que generan el 3% de la electricidad con una capacidad de 4.120 megavatios (MV). El país, décima potencia económica mundial, aspira a los 10 mil MW en 2012, y para 2050 espera que el 25% de su energía venga del átomo.
Los yacimientos indios de uranio, estimados entre 70 mil y 10 mil toneladas, «están lejos de bastar para un país de más de 1.000 millones de habitantes», destaca S.K. Malhotra, portavoz del departamento de Energía Atómica.
«También debemos recurrir a la importación, porque la calidad de nuestro uranio no es muy buena», añade.
El pasado verano boreal, la comunidad internacional levantó un embargo que desde hacía 34 años pesaba sobre el comercio mundial con India en el sector nuclear civil. El país asiático es actualmente una potencia atómica militar, que se niega a firmar el Tratado de No Proliferación (TNP).
Gracias a un régimen derogatorio acordado por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) y el grupo de los 45 países exportadores de tecnología nuclear (NSG), India ha podido firmar desde septiembre de 2008 acuerdos políticos de cooperación en el sector nuclear civil con Estados Unidos, Rusia y Francia.
La semana pasada, el gobierno indio firmó un acuerdo con el presidente namibio Hifikepunye Pohamba, que le permite comprar uranio e invertir en las explotaciones mineras del país, uno de los más ricos en uranio con el 10% de la producción mundial.
La presidenta india Pratibha Patil viajó recientemente a Rusia, viejo socio, y a Tayikistán, un país centroasiático «en busca de socios para la exploración del uranio», según un miembro del gobierno que pidió el anonimato.
Nueva Delhi está recogiendo ya los frutos del final de su estatuto de paria en el sector. La semana pasada, una central nuclear a base de uranio vendido por el francés Areva volvió a funcionar en Rajastán (oeste). La central, de una capacidad de 20 MV, había permanecido cerrada un año por falta de combustible.
La búsqueda activa de uranio en todo el mundo es sólo una parte de los objetivos energéticos de India, que desea diversificar su suministro con la energía solar e hidráulica, sin contar el petróleo, el gas y el carbón. Aunque en su afán podría tener que vérselas con China, presente en ífrica, Asia Central y Birmania.