A casi un año de la convocatoria a elecciones generales para finales del 2015, ya es una carrera abierta y permanente la que tienen los candidatos y sus organizaciones políticas para hacer las campañas de mercadeo con la que hacen el llamado al voto pese a las prohibiciones de ley.
Es triste, independientemente de qué candidato gane las elecciones, que los equipos de trabajo que llegan a ejercer sus funciones lo hacen sin la más mínima preparación para poder hacer un eficiente trabajo al frente de las carteras a las que son designados porque el tema no es gobernar sino ganar la elección.
Uno de los claros ejemplos es el procedimiento de compras y la forma de darle la vuelta al trámite normal de los concursos que, en el fondo, son establecidos para intentar algo de transparencia en el gasto público. Lo que se consideró compra por “excepción” como un concepto de emergencia y/o necesidad de hacerlo con un trámite ágil en situaciones muy particulares, se ha convertido en compra por “costumbre” porque prácticamente todas las entidades públicas se declaran inoperantes si no es que se practica este método abreviado para las compras y contrataciones.
Hay casos en que es inevitable para el funcionamiento del Estado, pero la única forma en que prácticamente todos los trámites públicos se hagan de esta manera es que los funcionarios se están saltando los controles para agilizar la mala utilización de los recursos en un país en que la mayoría de los sectores de la justicia, la política, del empresariado y lo social, se mueven al ritmo de la corrupción y la generación de riquezas mal habidas.
Muchas veces se ha hablado de los “equipos técnicos” en campañas para tratar de taparle el ojo al macho y decir que se está haciendo el ejercicio de hacer gobierno para estar listos en el momento en que sean electos para gobernar. El problema, es que parece que lo que aprenden son los atajos para recortar obligaciones y responsabilidades porque lo que se ha incrementado es la corrupción, mientras que los problemas del país son ignorados en el trabajo de los funcionarios.
Es obligación de un servidor público estar al tanto de sus obligaciones y de los requerimientos de su cartera. Utilizar la excepción como método de costumbre no es correcto y lo ético y conveniente sería que con mucha energía se destituya a quienes no han tenido la capacidad de prepararse para prever las compras y contrataciones que tendrán que hacer desde sus despachos. Las verdaderas urgencias, que se atiendan con prontitud; el resto, huele mal.
Minutero
Si el pueblo no reclama
que haya transparencia
sobra toda voz que clama
por un sistema con decencia