La importancia de la institucionalidad


Editorial_LH

Durante décadas, venimos lamentando en este espacio que la debilidad institucional dentro del concepto normal del Estado ha hecho que Guatemala, en lugar de ser un país “en vías” de desarrollo, se mantenga en dirección de la catástrofe. Sin embargo, lo que pareciera el mal funcionamiento de todo el aparato, no es más que el perfecto resultado del cuidadoso diseño de un vacío que permite la concentración de los beneficios y la absoluta irresponsabilidad sobre los hechos o, como le decimos ahora, impunidad.


Y lo que sucede es que el liderazgo que, según la lógica más elemental, debiera ser utilizado para el fortalecimiento y afianzamiento de esas instituciones, fue orientado de manera contraria para que del desmadre se ampliaran esos beneficios que a tantos ha hecho millonarios en la  gestión pública y en los contratos con el Estado.
 
Porque podemos recordar cómo hace un par de décadas, las instituciones como la Corte de Constitucionalidad a base del ejemplar papel de sus magistrados podía ser la voz de la conciencia que obligaba a entender lo correcto y lo legal. Podemos incluso, colocar como ejemplo a diputados que sabían lo que era utilizar el pleno del Congreso como el foro político por excelencia para hacer sus ponencias y construir nación.
 
Pero fue desde Jorge Serrano, con todo y su intento de perpetuarse, que todo se fue al abismo. Porque la práctica que se inició en ese entonces con escándalo para sobornar a diputados, es ahora el método normal de “legislar” y se dieron cuenta los dueños del pastel que no es bueno que existan instituciones fuertes que puedan venir a retar ese control absoluto que les permite repartirse los beneficios del Estado.  La corrupción que se pretendía cubrir con ese control, es el mismo objetivo en la práctica política actual.
 
Hoy, esa debilidad institucional nos hace a los ciudadanos ser temerosos e incrédulos porque de los personajes que en nombre de los organismos e instancias del Estado se han levantado a pedir que se hagan reformas, no encontramos la certeza de que se motiven por un verdadero interés de fortalecer al Estado y garantizar su mejor funcionamiento.
 
Lastimosamente, la institucionalidad se ha convertido en un cascarón que no soporta las embestidas de quienes quieren utilizarla como excusa.  Y hay quienes creen que el Congreso no permitirá cambios irracionales, olvidando que la gran mayoría de diputados han demostrado una fuerte ideología que se llama “amor al dinero”.  ¿Cómo se hacen los partidos nuevos? Nadie cree que por coincidencia política y, menos, por amor al país.

   
Minutero:
Como en la Fuenteovejuna 
vemos que todos a una 
se tiran por la reforma 
que así toma más clara su forma