Los últimos dos gobiernos de Guatemala han destruido a la SAT. La SAT se creó con el decreto 1-98 y su artículo primero indica: “Artículo 1.- Creación. Se crea la Superintendencia de Administración Tributaria, como una entidad estatal descentralizada… gozará de autonomía funcional, económica, financiera, técnica y administrativa, así como personalidad jurídica, patrimonio y recursos propios.”
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La autonomía de la SAT ha sido pisoteada por los gobiernos de turno, pero los últimos dos gobiernos y principalmente este, la han ultrajado. Según me cuentan personeros de la SAT, la Intendente de Aduanas Claudia Méndez no da razones al Superintendente solo da cuenta a la Vice. Ósea la Ley hecha papel toilette y la “autonomía funcional” a la basura.
La SAT no puede servir a dos dioses. No puede ser el ente encargado de fiscalizar y recaudar, al mismo tiempo ser encubridor y cómplice de la defraudación tributaria o aduanera, orquestada por los poderes paralelos y el propio Ejecutivo.
Por una lado el Ejecutivo le pide a la SAT que recaude exigiendo que llegue a la meta y por el otro le manda a “exonerar” impuestos a las personas y operaciones afines o comprometidos con ellos. En fin una paradoja tan grande que terminan matando a la institución que debería ser la gallina de los huevos de oro del Estado.
Es regla general que la recaudación baja en los Estados cuando la población lo percibe como corrupto. En Facebook alguien acertadamente dijo: “Pagar impuestos a un Estado corrupto no es patriótico, es esclavitud”. La gente busca como no pagar impuestos que saben serán robados por ladrones institucionalizados.
Esto traerá graves problemas al Estado de Guatemala pero principalmente a usted y a mí. Al no poder recaudar lo suficiente quedan tres opciones: una, aumento del impuesto, dos, persecución tributaria y tres, préstamos. Los dos primeros son sacarle plata a corto plazo y la segunda es heredar a sus hijos y a los míos la deuda de la corrupción que usted y yo permitimos de forma cobarde y en cómplice silencio.
Incrementar impuestos a estas alturas para el gobierno es imposible. Lo cual lo deja con dos opciones: la persecución tributaria o terrorismo fiscal y préstamos. El problema para este gobierno es que al institucionalizarse la corrupción como se ha hecho con la SAT descaradamente, todos quieren un pedazo del pastel. Esto crea iniciativas propias de muchos funcionarios y los saqueados somos nuevamente los contribuyentes.
Trate usted de importar algo y verá como se lo reclasifican para sacarle raja. Aduanas está totalmente perdida y al servicios de los poderes paralelos y crimen organizado. Por tanto los funcionarios bajos se sienten empoderados para hacer sus propios negocios, ya que saben que sus superiores no les pueden decir nada, pues todos saben demasiado y son los reyes de la corrupción.
Es parecido a los “trabajitos extras” que hacían los policías dedicados a la limpieza social y ofrecían sus servicios al mejor postor para ganarse los centavos, hasta que mataron a Parlamentarios Centroamericanos. Cuando la cabeza está podrida, todo se pudre.
Mientras tanto los fregados seguimos siendo los guatemaltecos, quienes soñamos con una vida normal, pero que no tenemos el valor de somatar la mesa y gritar: ¡Hasta aquí! ¡Ya no más!