El pasado jueves abordé aspectos referentes a la escasez de agua, estrechamente relacionado con el calentamiento de la Tierra y a las sombrías perspectivas que se avizoran si no se adoptan decisiones conjuntas entre gobiernos, organismos internacionales, empresarios y los habitantes del planeta en general.
eduardo@villatoro.com
  Hace más de dos décadas, otro fenómeno amenazaba a la humanidad; pero mediante un acuerdo internacional que fue aprobado y aplicado mundialmente en 1987 se logró reducir el uso de clorofluorcabonos (CFC) que causaban un agujero en la capa de ozono formada cerca del Polo Sur.
   De no haberse reducido el uso de CFC, que se utiliza en rociadores y en equipos de refrigeración, para el año 2065 dos terceras partes de la capa de ozono se habrían desvanecido y el agujero de ozono cubriría la Tierra, además de que el CFC habría elevado la temperatura mundial en más de un grado centígrado.
  De esa cuenta en latitudes medianas la radiación ultravioleta, que daña el ADN, habría aumentado seis veces, lo que significa que apenas cinco minutos de exposición al sol habría causado quemaduras de piel, y los niveles de rayos ultravioletas durante el verano, que en la actualidad oscilan entre los 10 u 11, habrían aumentado a 30, mientras que las tormentas en el Hemisferio Norte hubieran sido mucho más poderosas.
  Un ensayo publicado en la revista Atmospheric Chemistry and Phycis, señala que afortunadamente ese tenebroso panorama fue evitado, luego que variedad de científicos formularon advertencias a comienzos de la década de los «70 y como consecuencia de ello 193 países acordaron en 1987 el Protocolo de Montreal, básicamente para reducir las emisiones de CFC.
  El estudio realizado por la NASA ofrece esperanzas de que el mundo podrá hacer lo mismo para enfrentar el calentamiento global de la atmósfera si los seres humanos se unen y adoptan principios a nivel global para evitar una catástrofe ecológica. Justamente este propósito se discutió en el Foro Mundial del Agua, que se realizó la semana anterior, en el sentido de que científicos, políticos, activistas y expertos puedan alcanzar acuerdos para enfrentar el acuciante problema de la escasez de agua y encarar conjuntamente los desafíos del calentamiento global.
   Así como se evitó un desastre para la humanidad con la capa de ozono, de igual manera podrían alcanzarse acuerdos internacionales para enfrentar el cambio climático.
  (Con el fin de observar in situ el agujero de la capa de ozono, el ambientalista Romualdo Tishudo llega en jeep a una aislada región del sur de Chile, y al extraviarse le pregunta a un lugareño: -¿A dónde va este camino? El chileno responde: -A ningún lugar porque siempre ha estado allí).