La humanidad con la vista puesta en los Mayas


Oscar-Clemente-Marroquin

Para muchos guatemaltecos resulta inaudito que en este año alrededor de todo el mundo exista tanto interés por el final de un ciclo establecido en el calendario Maya, puesto que se valora tan poco nuestra cultura precolombina que no existe siquiera el interés por conocerla superficialmente, dando por descontada su falta de importancia y valor. Sin embargo, empezando por prestigiosos académicos y cientí­ficos, el tópico del 21 de diciembre del año 2012 es ahora centro de atención y eso nos tiene que dar a los guatemaltecos un sentido diferente con respecto al valor de nuestra diversidad cultural mediante el esfuerzo por conocer los enormes avances de nuestros ancestros.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

 


En esa fecha, dentro de 344 dí­as, estará culminando un ciclo de 5,125 años medidos a cabalidad y perfección por el calendario Maya cuya antigí¼edad y excelencia son reconocidas mundialmente. Se habla de una alineación perfecta en el universo en el solsticio de invierno de este año y como fin de un ciclo, algunos creen que se trata del fin del mundo, mientras que otros lo asumen como el principio de otra etapa, al terminar el anochecer para entrar al amanecer de la Galaxia.
 
 Indudablemente que hay mucho espacio para la interpretación y aun para la especulación, pero lo cierto del caso es que se nos presenta una oportunidad para meditar sobre nuestra realidad y definir los cambios que nosotros, no la suerte, debemos propiciar para que el nuevo ciclo que de conformidad con el calendario de nuestros ancestros se iniciará a finales de este año. Hay muchí­simo por hacer, muchí­simo por cambiar, porque no vivimos ni remotamente en condiciones ideales y precisamente por ello es que siempre he considerado que hay muchas cosas que resultan ridí­culas en nuestro paí­s, pero ninguna llega al extremo de que siendo como somos podamos alentar mentalidades conservadoras, como si tuviéramos realmente que esmerarnos por conservar una estructura basada en la discriminación, la injusticia y la marginación, que le niega oportunidades a la  mayorí­a de los habitantes del paí­s, especialmente a quienes descienden de los que ya lo habitaban hace cinco mil años y hace poco más de quinientos años, cuando según la mentalidad de los grupos dominantes, ese pueblo “fue descubierto” para que fuera “evangelizado” a sangre y fuego para “civilizarlo”, es decir, para que olvidara sus propios y trascendentales valores para sepultarlos bajo la mentalidad tan diferente de los conquistadores.
 
 Es un año en el que tenemos que entender la oportunidad exclusiva que tiene Guatemala por su diversidad racial y cultural para homogeneizar una sociedad diferente, que explote tantos valores que a pesar de tanta represión para que fueran olvidados, están latentes en la cosmovisión de nuestro pueblo que sigue teniendo no sólo la grandeza de los ancestros, cuya evidencia más notoria es ahora ese calendario que pone a temblar al mundo, sino sus principios y valores que son ejemplo para una humanidad en la que el consumismo y desapego a la naturaleza nos está llevando a la destrucción del ambiente.
 
 En estos meses se debe promover entre nuestro pueblo el conocimiento de lo que es nuestra cultura autóctona y ancestral, misma que debiera ser motivo de orgullo para los que habitamos este paí­s pero que, lamentablemente, muchos de los que se consideran como sector dominante, siguen viendo más como un lastre que como la potencialidad tremenda que realmente es. Basta con darnos cuenta que pese a la imposición violenta de valores ajenos han logrado preservar mediante una bien cimentada tradición oral su propia visión de la vida y de la relación con la naturaleza, para comprender que estamos frente a una oportunidad dorada para terminar, de verdad, con el ciclo de la exclusión y marginación para emprender el amanecer de la justicia.