Falta poco. Debo aguantar hasta el último momento sin ver para atrás, dijo el hombre mientras subía la escarpada pendiente. Los otros venían pisándole los talones con la plena seguridad de atraparlo. Tres días es bastante tiempo pero para él no había posibilidad alguna de comer. Bebió un sorbo de agua sin detenerse. Sabía que los segundos eran preciosos y por unos instantes más de libertad era capaz de cualquier cosa. Pobre Pedro, no lo logró. Pero es mejor estar muerto que privado de la libertad, y tres años es un largo período de tiempo. Sólo por pensar de manera diferente. Es el colmo. Si todos tenemos los mismos derechos, no veo cuál es el problema.
Los de atrás apretaron el paso. Sabían que lo tenían casi al alcance de la mano y lo que menos deseaban era enfrentarse con el Capitán Méndez. Antes muertos, decían, por la temible fama de matón del capitán. Además se murmuraba por allí que era el torturador estrella del presidente. No, con él no se juega, pensó el hombre, y antes de caer en sus garras prefiero morir. Apretó el paso pero las fuerzas comenzaban a fallarle. Como en el día en que lo atraparon, recordó, por la falta de experiencia. Los otros cuatro ya eran reincidentes pero él se estaba estrenando. Si no hubieran sucedido las cosas como sucedieron no estaría en estos momentos huyendo, pensó, y recordó cómo le flaqueaban las piernas aquel día. Era lógico en mi primera experiencia. Fue muy fuerte. Aprieten el paso, dijo el jefe del pelotón de persecución, porque si no lo vamos a perder. Recuerden que al Capitán Méndez no le gustan los fracasos. Y ya fue suficiente con permitir que escapara de la prisión.
De no haber sido por Pedro no estaría aquí, dijo el hombre, disfrutando de estos momentos de libertad aunque sea condicionada y de huida. Porque es justo reconocer que lo planeó bien. Si no hubiera tenido tan mala suerte de quebrarse el pie cuando saltó, ahora estaría aquí conmigo y no cargando tierra. O sirviendo de comida a los zopes. Quién sabe si lo enterraron o lo fueron a tirar por algún lado. En fin, es mejor estar muerto que vérselas con Méndez. Es un hijo de puta. Si no se lo llevamos nos jode el Capitán, dijo uno de los de atrás, así que es mejor no comer. Ya tendremos tiempo de hacerlo después. Acuérdense que si pasa la frontera ya no podremos hacer nada.
Está cerca. Siento que está cerca. Estoy a punto de lograrlo, Pedro, no quedará tu cuerpo inerte en vano. Si logro cruzar la frontera estarás vengado. Nos habremos reído del capitancito ese que se cree Tata Dios. No puedo olvidar la captura; mis nervios de aquella vez. Qué momentos tan duros. Yo no sé cómo fue que nos cayeron encima aquel domingo. Alguien debe haber ido con el soplo a la policía. Siempre hay gente envidiosa. Pero lo planeaste bien, Pedro, si no te hubieras roto el pie… Ya casi lo tenemos. Vean: allá el cabrón ese. Está cansado. No es para menos caminar día y noche con los nervios de que lo están siguiendo para llevarlo ante el Capitán Méndez. No nervios: el miedo cabrón que le da a uno con sólo pensar tenerlo enfrente. Se parece al mismito diablo vestido de hombre. Apretemos el paso muchachos, ya lo tenemos y no se nos va a escapar. El que estaba de guardia cuando éstos saltaron debe estar ahora en el calabozo esperando por las caricias del Capitán. Pobre, no puedo hacer menos que compadecerlo.
Si no me apuro me joden. Voy a meterme por esa vereda para despistarlos. No aguanto las piernas, Pedro, estoy a punto de reventar. La frontera debe estar como a tres kilómetros pero las piernas no quieren responderme, Pedro, ayúdame… No sólo el Capitán te va a somatar, cabrón, ya verás cuando te tenga en mis manos. Si yo hubiera estado de guardia me los quiebro a los dos. Así nos hubiéramos ahorrado esta cacería que ya me está hartando. Se meten a hacer cosas fuera de la ley y después andan haciendo ostentación de sus ideas descabelladas. Si yo paseara por estos bosques en otra situación, Pedro, me sentiría el hombre más feliz del mundo. Pero huir en un día tan lindo me parece lo más atroz. Ya los oigo, Pedro, y no puedo correr, ni siquiera caminar, ilumíname, haz algo por favor… Ahí lo tienen, disparen cerca para que se detenga. Recuerden que el Capitán lo quiere vivo para divertirse. Me disparan, Pedro, perdóname, voy a fracasar, vamos a fracasar, Tata Dios se saldrá con la suya y no puedo más, me han dado en una pierna, la arrastro, no me rindo, Pedro, no me rindo, estoy herido pero corro, qué desesperación, si ya se ve la frontera… Ya le dieron, cabrones, les dije que sólo cerca, para asustarlo… Me han dado, Pedro, me duele la espalda… y el suelo, estoy en el suelo, Pedro, y qué vista más linda, Pedro, el cielo azul donde tú debes estar, y un ave, un ave que tranquila vuela y que me mira, me mira y me llama, Pedro, un ave libre como tú y yo, que flamea en el espacio infinito y que me llama, Pedro, me llama para compartir contigo y con ella ese cielo, ese espacio, lejos de los hombres, abrazados a la libertad, Pedro, llenos de libertad.