La nueva Ministra de Energía y Minas no necesitó mucho tiempo en la cartera para darse cuenta de la absurda postura de su antecesor, quien se había empecinado en cambiar la hora durante los meses que en el hemisferio norte tienen días con mayor cantidad de luz natural y hoy planteó ante el gabinete de ministros que no era necesaria la medida. Dijo que uno de los factores para no implementarla es el problema creado por el Transmetro y los congestionamientos y que posiblemente en el futuro se vuelva a considerar el adelanto de la hora.
Cuando escuchamos al anterior ministro justificar la medida con una serie de verdaderas sandeces propias de su ignorancia elevada a niveles exponenciales por su arrogancia, pensamos que era una lástima que en el gabinete de gobierno no hubiera alguien con el suficiente sentido común para poner en su lugar al ignorante desnudando la falacia de todos y cada uno de sus argumentos. Pero por razones distintas a la del cambio de hora se vio obligado a dimitir cuando fue evidente que sus lealtades no estaban ni con el gobierno al que servía ni con el país que le pagaba el sueldo sino con los inversionistas del sector eléctrico y ello abrió las puertas para que se designara a una nueva funcionaria que en menos de lo que canta un gallo entendió el absurdo y ahora, para beneplácito de la población, ha enmendado la plana a quien durante varios meses fue el alcahuete de generadores y de petroleras.
No creemos que un país como Guatemala deba abstenerse de entrar a la modernidad ni que por puras viejadas y resistencias absurdas nos quedemos fuera de lo que aconseja la técnica. Pero tampoco creemos que por querer llevárnosla de muy salsa hagamos cosas solo para imitar a los grandes, aunque la ciencia y la técnica aconsejen lo contrario, como es el caso del cambio de hora, puesto que la ubicación de Guatemala en el trópico no hace que sea tan marcada la prolongación de la luz solar, como ocurre con el hemisferio norte durante los meses del verano.
El ahorro, además, no fue percibido por nadie entre la población y eso tiene mucho que ver, puesto que si la gente tiene que asumir algún sacrificio y el mismo no se traduce en beneficios tangibles, es absurdo que se le pida que acepte los contratiempos. Por ello hay que decir que el debut de la Ministra de Energía y Minas ha sido correcto y ojalá que en el futuro también revierta la otra tendencia que traía su antecesor y que coloque al Ministerio al servicio de los intereses del país y del bien común, y no como un instrumento al servicio de los inversionistas del sector eléctrico y de las importadoras de petróleo. Ello para no agregar que el Ministerio ha sido un tramitador oficioso al servicio de inversionistas tanto en la exploración petrolera como en la explotación minera, situaciones que deberá cambiar la nueva funcionaria.