Con fecha noviembre 2, Diario La Hora arriba a sus noventa años, aniversario significativo. Sucesos de valía como este escriben la historia, similar a una impronta. El referente se remonta al año 1920, cuando su fundador, adalid de la libertad de prensa, Don Clemente Marroquín Rojas saca a luz pública el primer ejemplar, acontecimiento trascendental en el diarismo.
Más que el criterio empresarial en busca de aceptación y demanda, ejes sólidos capaces de lograr otro objetivo, el mismo fue hacer realidad evidente inquietud personal característica desbordante. Contra viento y marea el caudal propicio genera nuevo rumbo y modalidades de opinión, denuncia constante, información veraz y sostener polémica clara, sin esconder la mano.
Principios básicos que mantienen prosecución, entre ellos la eterna lucha contra males dañinos al colectivo nacional. Por ejemplo la librada en defensa de la soberanía recurrente; la denuncia de hechos lesivos al patriotismo verdadero; también la concerniente a la corrupción, impunidad, violencia y criminalidad, agravada por el narco, maras y lavado de dinero.
Su desarrollo como medio escrito supo de situaciones adversas, distante de un lecho de rosas. La llegada al poder del tirano, general Jorge Ubico Castañeda lo obligó al exilio, considerando al fundador y director como enemigo acérrimo de su gobierno. Durante los 14 años que vivió con la negativa de libertad y democracia el país, La Hora hubo de pasar vicisitudes.
A raíz de la Revolución del 20 de octubre de 1944 inicia el vespertino su IV época, misma que sigue adelante con nuevos bríos, congruente con la moderna tecnología.
Tamaño, a colores y diagramación, atento a intereses y necesidades, en respuesta a los anunciantes, lectores, amigos y colaboradores. Igual que tiempos idos, hay expectativas por adquirirla en la tarde.
Cabe destacar, en honor al mérito su bien ganada condición del decanato de la prensa independiente. En denodado impulso ese rol trascendente lo ha obtenido a pulso frente a los infaltables valladares, léase presiones de diversos regímenes. Es, ni más ni menos luchar contra los ponderables molinos de viento, ediciones de actualidad, y salir airoso a la postre.
Desde siempre dicho medio viene a ser la oportuna propuesta a los lectores en el anchuroso y versátil panorama de la comunicación social. Se encuentra la noticia veraz, ajena a convencionalismos espurios. Comentarios centrados que abarcan la cotidianidad nacional y extranjera, junto a diversos análisis objetivos. Además, un Suplemento Cultural de valía los sábados.
La Página de Opinión en síntesis es resultante de la amplia acogida del consejo directivo, brindada totalmente. No soy partidario del uso del lugar común consistente en la denominación de «un abanico». Estimo adecuado considerarlo una convivencia respetuosa de sus columnistas, con criterios, ideologías y pensamientos disímiles. Un mosaico asiduo constituye.
Los días convulsos precedentes a la caída del gobierno de Jorge Serrano Elías, hay que subrayar la valiente reacción de los directivos de La Hora. Firme rechazo a aceptar por nada del mundo, la presencia non grata de un censor; ni siquiera permitieron traspasara los umbrales del edificio. En todo caso expresaron su repudio al régimen suspendiendo la emisión respectiva.
En el diario concierto del diarismo escrito actual, demuestra la inquebrantable decisión de mantener incólumes sus principios a toda costa, auténticos baluartes frente a las expresiones negativas, en detrimento de la nacionalidad, decoro común y respeto al estado de Derecho. Así lo definen las excitativas formuladas, uniendo esfuerzos y voluntades para su vigencia.
Mis votos múltiples por que La Hora continúe la senda trazada hace noventa años por el licenciado Don Clemente Marroquín Rojas. Consciente que se debe al servicio de Guatemala, sin tregua alguna. En apoyo al desarrollo y el progreso, sin malos manejos en la enorme tarea de la reconstrucción nacional, inclusive que todo apunte a lograr totalmente el bien común.