«La historia vuelve a repetirse»


Si bien el titular coincide con una frase de un clásico tango, no es a esa bella música argentina a la que me refiero.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Al leer el contenido de las recientes noticias se evidencia que, igual que sucediera en los gobiernos de los presidentes Vinicio Cerezo, Jorge Serrano y Alfonso Portillo, al actual gobierno que preside ílvaro Colom, los profesionales permanentemente contratados para integrar la junta directiva de CACIF lo entretuvieron durante todos estos meses, «lo montaron» a la bicicleta estacionaria, y hoy el mensaje de la cúpula económica es: no se acepta el aumento de la carga tributaria, no se acepta que los impuestos en Guatemala sean predominantemente impuestos directos.

El presidente ílvaro Colom, el ministro Juan Alberto Fuentes, deberí­an saber que quienes son directivos y empleados de CACIF son exclusivamente voceros, con ellos no podrán nunca negociar porque no tienen la representación, ni mucho menos la propiedad de ninguna de las empresas que integran la cúpula económica. Mientras los verdaderos dueños no acepten su responsabilidad tributaria, su responsabilidad social, su responsabilidad patronal, a éste y a todo gobierno le volverán a hacer la misma historia.

Tomando en cuenta la experiencia vivida por los presidentes, vicepresidentes de la República, el actual gobierno deberí­a establecer un consejo de Estado, reunirse cada tres meses o cuando sea necesario con quienes han tenido la responsabilidad de dirigir los gobiernos del perí­odo democrático, escuchar sus experiencias, sus vivencias en temas especí­ficos, empezando por los impuestos, las tácticas y estrategias que les han aplicado o les han jugado los dueños de la mayorí­a de los recursos del paí­s.

El pequeño y el mediano empresario, el pueblo en general no son parte de CACIF y sus cámaras, allí­ predominan quienes no desean pagar impuestos aunque sí­ lo tendrí­an que hacer si vivieran y operaran en Estados Unidos, Chile o Costa Rica.

Hay que comprender y reconocer que el paí­s no puede continuar sin el pago de impuestos directos, proporcionales a la utilidad, al patrimonio o riqueza que cada quien tiene. Nadie debe personalmente enojarse o pelear con unos u otros, pero tampoco puede aceptarse que durante todo el perí­odo democrático no se ha logrado un entendimiento y un balance fiscal.

Lo más fácil es siempre salirse por la tangente, acusar al gobierno de ineficiente, de poco transparente, de corrupto y así­ no reconocer que los paí­ses que han logrado superar la extrema pobreza, la falta de educación adecuada, la inseguridad, son los paí­ses donde la clase media es la que predomina y donde la cúpula económica donde se concentra la riqueza, paga mucho más impuestos que el resto de los habitantes del paí­s.

Monseñor Rodolfo Cardenal Quezada Toruño puso el dedo en la llaga al indicar, de una forma sumamente mesurada, que parte de nuestra responsabilidad, es pagar impuestos y que los mismos no deben ser mayoritariamente de forma indirecta, porque esos los tributan los más pobres, la clase media; que la mayor carga debe contribuirse mediante impuestos directos, los cuales deben pagar quienes tienen más recursos, quienes tienen más utilidades.

El final del primer año de Gobierno llegó y la historia vuelve a repetirse.