La historia que no se debe olvidar


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“Ayer tuve un sueño, fue sensacional los pueblos viví­an en paz, nadie pensaba en engañar, pues existí­a la amistad, nunca he soñado nada igual.”

Los Pasos

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

 


Como persona respetuosa del derecho como vehí­culo para cumplir con el máximo valor al que todo ser humano aspira: La Justicia, me permití­ recordar uno de los momentos más oscuros de la última época en la historia de Guatemala, la que surge posterior al Golpe de Estado en marzo de 1982, cuando el general Efraí­n Rí­os Montt y un grupo de “oficiales jóvenes” deciden cambiar radicalmente el curso de nuestra  historia por medio del terror, iniciando con ello  una época donde prevaleció el pánico en todas las personas, principalmente, entre quienes empezábamos a vivir.

Hoy años más tarde, cuando vienen a mi mente aquellos duros momentos,  principalmente ciertos y determinados hechos,  me pregunto ¿Cuándo hemos sido realmente un paí­s sin tristeza, desolación, donde confiemos con certeza en la Justicia? Probablemente nunca, pero, no tanto como en aquella época, quiero referirme principalmente a los famosos “Tribunales de Fuero Especial”.

Recuerdo perfectamente aquella mañana del 18 de septiembre de 1982, frí­a y lluviosa, cuando la radio informaba sobre los primeros fusilamientos, de  Julio César Vásquez Juárez, Julio Hernández Perdomo, Marcelino Marroquí­n y Jaime de la Rosa Rodrí­guez cuya  sentencia fue ejecutada a las seis de la mañana; la muerte de estas cuatro personas a manos se llevó a cabo por medio de un pelotón de fusilamiento del Ejército, que cumplí­an la primera sentencia impuesta por un Tribunal de Fuero Especial, que funcionaron en total  en secreto, sin que nadie supiera su composición, ubicación, ni cómo se desarrolló el proceso, provocó, una ola de terror y desasosiego, recuerdo que lloré como una niña, no sé si eran culpables o no, pero desde niña creí­  en la Justicia, y ese dí­a la perdí­.

Probablemente esos momentos nos marcaron más de lo que creemos, hoy a la distancia siento tanto dolor como en aquellos momentos, posteriormente, fue público un nuevo caso de los Tribunales de Fuero Especial, de los cuales nunca supimos (o por lo menos yo) quiénes lo integraron, se mencionaron algunos nombres, de abogados de esa época, pero era tan secreto, que solamente ellos, si aún viven, y quienes les acompañaron lo saben, los casos siguientes tuvieron connotaciones muy especiales, ya que se trató de dos hermanos: Walter Vinicio Marroquí­n González y Sergio Roberto Marroquí­n González, a quienes se les acusó, si mal no recuerdo del autosecuestro de la novia del mayor, la historia oficial fue que pidieron y obtuvieron del padre de la joven Q75,000.00. Recuerdo que el menor era un gran pintor en ciernes, ganador de las primeras Bienales de Arte Paiz, asimismo, recuerdo al padre de los dos hermanos pidiendo clemencia por la vida de sus hijos al dictador, algunos se pronunciaron, pero ninguna voz fue escuchada, Paralelo al caso de los hermanos Marroquí­n  se supo del sumario de los señores Carlos Subuyug Cuc y Pedro Raxon Tepet, quienes no sabí­an español, y cuya acusación se basó en que al encontrarse las garantí­as suspendidas, por el Estado de Facto en que viví­amos, se les encontraron casquillos de bala en su rancho, ya que sin orden de juez, cualquier soldado podí­a allanar cualquier vivienda, encontrando en un allanamiento a su vivienda los mencionados casquillos, recuerdo a sus familiares pidiendo clemencia, explicando por medio de intérpretes que no sabí­an español, pero no importó, así­ como a la madre de Marco Antonio González, un hondureño radicado en Guatemala, llorando frente a las cámaras de televisión.

El papa Juan Pablo II pidió clemencia para ellos, pero ni siquiera esta petición fue escuchada por el tirano, hoy un pobre anciano, que solo espera la muerte, pero que en ese momento por medio del terror, implementado en Guatemala, cual señor feudal, y en una manifestación del más grande desprecio a la vida humana, los mando fusilar dí­as antes que el mismo Papa arribara a Guatemala.

¿Por qué lo anterior? Porque creo, que en las guerras sucias como la que vivimos en el paí­s, los sueños de las personas son cercenadas por asesinos como el que nos gobernaba.

En esa época perdí­ a mi amiga de infancia, con quien hice la Primera Comunión, y desperté a la adolescencia, Edi Aracely Guzmán Gómez; escuché a su padre lamentarse por no encontrar ni siquiera el cadáver de su única y amada hija, lo vi llorar, y nunca supe qué contestar, porque yo misma viví­a con la incertidumbre de cuándo me vendrí­an a atraer a mí­, yo no fui guerrillera, pero si idealista, y soñaba con una Guatemala equitativa, en la que no existieran barreras sociales ni económicas, en la que todos y todas viviéramos en paz y armoní­a, pero no fue posible, nos robaron los sueños los asesinos de los mismos.

El rostro visible fue Rí­os Montt, pero ¿cuántos más podrán dormir tranquilamente, después de tener las manos manchadas de sangre? Probablemente usted conozca a alguno, yo espero que no, pero como siempre se escondieron detrás del manto de la impunidad, podrí­a ser cualquiera.

Esta pequeña catarsis, se debe a que considero que no debemos olvidar jamás que existieron muchos muertos injustamente en Guatemala, paí­s lleno de verdes montañas, y de cadáveres en las carreteras, de tierra arrasada,  de frijoles y fusiles, de sueños castrados, y que tanto amamos, porque aún seguimos aquí­, pero que esperamos no se repita nunca más el terror de esos años, que por momentos se vuelve a sentir tan cerca, debido a la forma en que nos quiere acorralar el crimen organizado, incrustado cada dí­a más, en cualquier espacio, pero que debemos enfrentar con lo que tenemos, nuestra fortaleza de vestigios mayas, y el NUNCA MíS MUERTES INJUSTAS. Espero por mis hijas y los suyos que no se repita nuestra triste historia.