La historia que escribimos…


Lucí­a de Herrera

Inicia Marx el capí­tulo 1 de su célebre XVIII Brumario de Luis Bonaparte (1852) citando a Hegel cuando afirma que «la historia se repite, dirí­amos que dos veces», y él, por su parte, completa la afirmación del filósofo alemán diciendo que «habrá que agregar que, una vez como tragedia y otra como farsa». Y si aplicamos esa frase al panorama polí­tico guatemalteco y su repetitiva oferta de candidatos, discursos y propuestas, de tiempo atrás hasta el presente, no podemos sino reparar en cuán corta se queda esta afirmación porque en este caso habrí­a que decir que la historia que se repite para nosotros tiene siempre las caracterí­sticas de tragedia, una, dos, tres, cuatro veces y cuando mucho podrí­a esperarse un cambio que a lo sumo convierta nuestra historia polí­tica en comedia trágica. Continúa diciendo Marx en el mismo capí­tulo que «los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y que transmite el pasado». Otro comentario contundente que tiene elementos comunes y duraderos y al que deberí­amos de entender en el sentido de que a pesar de la existencia de circunstancias que nuestro pasado transmite, no podemos permitir que sean éstas las únicas rectoras de la historia que como pueblo escribimos. Aferrarnos a la idea inicial, «los hombres hacen su propia historia» y comprender que podemos y debemos manejar las circunstancias de forma razonada permitiendo que sean el sentido común y la objetividad los que dirijan nuestras acciones y decisiones, aumentarí­a las probabilidades de terminar con el triste y doloroso ciclo que hace que, casi dos siglos después de que fueron escritos, los comentarios iniciales del XVIII Brumario de Marx, sean un reflejo del drama en que hemos convertido la historia de nuestro paí­s.