La historia del gobierno que se va, presidido por el ingeniero ílvaro Colom Caballeros, es la historia de un gobierno democrático y de diálogo, que aunque hizo esfuerzos por combatir la pobreza e impulsar moderadas reformas sociales, termina en un laberinto de frustración y desencanto como consecuencia de su debilidad e indecisiones políticas.
Para una evaluación objetiva del régimen que agoniza, se tienen que tomar en cuenta no solo las adversidades internas, sino también los factores externos como la desigualdad social, los altos niveles de violencia, el poder del narcotráfico, el crimen organizado, la corrupción en las dependencias estatales, el filibusterismo parlamentario y las presiones de los intereses empresariales.
La historia será el mejor juez del presidente ílvaro Colom. Tendrá que reconocer su vocación democrática, su tono conciliador, su amplio respeto a la libertad de prensa, sus avances en contra del analfabetismo y el haber dado un gran paso para hacer realidad el mandato constitucional de garantizar al pueblo el acceso gratuito a la salud y educación, pero que a la vez afrontó una permanente campaña mediática de desprestigio alentada por el gran capital y los partidos de la ultraderecha trasnochada.
Desde el principio de su gestión, el Presidente afrontó la desconfianza de la izquierda radical y la derecha más retrógrada, esta última que en todo momento torpedeó los distintos intentos por avanzar en el camino de la reforma fiscal.
Con una postura caracterizada por la tibieza y la falta de decisiones, un grupo ministerial heterogéneo, la enclenque voluntad de los diputados afines al gobierno, y un partido oficial, la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE, sin definición ideológica, no podían esperarse cambios drásticos en favor del pueblo.
Paralelamente, el Presidente afrontó el constante boicot de la bancada de diputados del conservador Partido Patriota, con una actitud que según el libro Rendición de cuentas del exministro de Finanzas, Juan Alberto Fuentes, consistió en ahogar financieramente al Gobierno, al punto no solo de negarle recursos tributarios, sino también el acceso a préstamos.
Pero en el Ejecutivo también se incurrió en graves errores como utilizar los programas sociales para impulsar la candidatura presidencial de la ex primera dama, Sandra Torres, no haber tenido un equipo homogéneo para gobernar, la coexistencia en los principales puestos de exguerrilleros, tecnócratas y empresarios, así como el derroche en viajes y gastos de propaganda.
En el campo de las relaciones internacionales, Colom enarboló la bandera de la neutralidad, pero en la práctica mantuvo una actitud de sumisión a los dictados de la Casa Blanca.