Cuando terminaba 1979 y la Usac se encontraba acosada por el gobierno de Lucas García, nos costaba imaginar que al llegar el 1º de diciembre, Día de la Autonomía, la universidad se sumiría en su habitual hibernación de más de un mes. Si bien algo se hacía todavía en diciembre, la institución simplemente se cerraba, sin que eso significara que los problemas del país terminasen o que la acción universitaria de cara a ellos fuese innecesaria. La mayoría de los dirigentes universitarios proponíamos que la universidad fuese una institución permanentemente abierta, si bien con períodos menos intensos de labor académica al final.
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Esto ocurría antes de que el Estado decidiera que la Usac tenía que abandonar su función de ser voz de las grandes mayorías del país. A partir de 1980, la universidad entró en una hibernación más bien permanente, particularmente de cara a su mandato singular de contribuir a resolver los problemas del país. De ese largo y pesado letargo, la Usac apenas ha sufrido un primer llamamiento a despertar con la toma de las instalaciones universitarias por los Estudiantes por la Autonomía (EPA). Es la gran oportunidad para las autoridades actuales de recuperar su prestigio y reconocimiento, aunque a la fecha se han cumplido muy pobremente los compromisos asumidos con la firma del convenio para resolver el conflicto.
Hago un llamamiento para salir de la hibernación producida por el temor y asumir nuestras responsabilidades. No podemos dejar solos a los miembros de EPA y mucho menos podemos dejar el futuro de la Usac en manos de quienes, con oportunidades y recursos, no han hecho nada por renovarla. Es hora de que todos los que pasamos por las aulas de San Carlos o contribuimos de diversas formas a su desarrollo actuemos, de nuevo, con la determinación que siempre nos caracterizó. Hay que romper todos los viejos moldes. Necesitamos renovar el concepto de la Usac, sin afectar la naturaleza que la Revolución de Octubre le otorgó.
Por ejemplo, no debemos pensar en una sola universidad estatal cuando es posible tener un sistema estatal de educación superior, investigación, extensión y servicio. ¿No pueden existir acaso una universidad especializada en las ciencias sociales y las humanidades, otra en las ciencias de la salud, otra en las ingenierías y tecnologías, otra en la cosmovisión maya y, lógicamente, universidades en el Occidente, Oriente, Norte y Sur? Lo que hay que analizar es cómo estructurar este sistema -la nueva Universidad de San Carlos de Guatemala- de manera que sus postulados básicos se cumplan eficaz y eficientemente. Es el momento de inventar. La educación superior ha dado pasos extraordinarios en diversas partes del mundo y existen criterios nuevos y tecnologías nuevas para aprender mejor y más. Hay paradigmas novedosos que pueden y deben ser utilizados en la Usac. Personalmente, quiero ayudar a enfrentar este reto y estoy seguro que muchos otros universitarios -autoridades, profesores, investigadores, estudiantes, personal administrativo y personal de servicios, así como egresados y comunidades identificadas con San Carlos- desearán, igualmente, ser actores del proceso de cambio. No desperdiciemos la oportunidad histórica, constituyamos una gran fuerza renovadora y actuemos.