La guerra contra Al Qaeda atiza la violencia en Afganistán y Pakistán


Un niño afgano juega frente a un viejo palacio en el centro Kabul. La guerra contra Al Qaeda y los talibanes en Afganistán y Pakistán se ha recrudecido en este año. FOTO LA HORA: AFP TAUSEEF MUSTAFA

La estrategia del presidente estadounidense Barack Obama para terminar rápidamente la «guerra contra el terrorismo» en Afganistán y Pakistán corre el riesgo de agravar en 2010 la violencia que azotó como nunca antes a estos dos paí­ses en el curso del año que termina.


Además, la escasa legitimidad de los dos gobiernos, muy cuestionados debido a la corrupción que los gangrena, no va a facilitar las cosas.

El próximo enví­o a Afganistán de 30 mil soldados estadounidenses podrí­a provocar, a corto plazo, una reacción aún más violenta de los islamistas talibanes, cuya insurrección ganó terreno y fuerza en 2009.

En Pakistán, la única potencia militar nuclear reconocida del mundo musulmán, la ola de atentados de los talibanes -que provocó 2.700 muertos en los últimos dos años- se incrementó desde que el ejército lanzara varias ofensivas en el noroeste.

Estas zonas tribales, fronterizas con Afganistán, son el santuario de Al Qaeda y Estados Unidos las define como el «lugar más peligroso del mundo».

Con los 30.000 refuerzos a Afganistán, Obama habrá enviado a este paí­s más de 50.000 soldados suplementarios desde que asumió el cargo en enero de 2009.

Sin embargo, confrontado a una opinión mayoritariamente reacia al enví­o de sus «boys» al infierno afgano, el presidente y flamante Premio Nobel de la Paz anunció que el ejército de su paí­s iniciarí­a su retiro en el verano boreal de 2011, provocando de paso inquietud entre afganos y paquistaní­es, que temen ser «abandonados».

El año 2009 fue de lejos el más sangriento desde la invasión de Afganistán liderada por Estados Unidos para derrocar al régimen talibán. Hasta el 14 de diciembre, 491 militares de la coalición internacional habí­an muerto, un 66% más que en 2008.

Estas fuerzas internacionales sumarán pronto unos 150.000 hombres, un 70% de ellos estadounidenses.

El general estadounidense Stanley McChrystal, comandante de las fuerzas internacionales en Afganistan, afirmó que los refuerzos permitirán «invertir la tendencia» frente a los talibanes. Pero éstos, tras haber multiplicado audaces ataques incluso en el corazón de Kabul, prometen a Obama enviarle «más ataúdes».

En Pakistán, al menos 1.150 personas ya han muerto en atentados en 2009, de momento un 26% más que en 2008.

Estos ataques fueron esencialmente obra del movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP), aliado a Al Qaeda, cuyos feudos están en las zonas tribales fronterizas donde los talibanes afganos también instalaron sus bases de retaguardia.

Estados Unidos intensificó en 2009 las presiones sobre Islamabad y el ejército paquistaní­ lanzó varias ofensivas en esas zonas tribales, especialmente en Waziristán del Sur, bastión del TTP.

Agravando ese sombrí­o panorama, la legitimidad de los gobiernos afgano y paquistaní­ -y, por tanto, la credibilidad de los comunidad internacional que los apoya contra viento y marea- es cada vez más frágil.

El presidente afgano Hamid Karzai fue reelecto gracias al abandono de su rival, tras una primera vuelta el 20 de agosto marcada por masivos fraudes. Además, las acusaciones contra la corrupción que impera en su gobierno se han multiplicado en todo el mundo.

En Pakistán, la escasa popularidad del presidente Asif Ali Zardari sufrió una brutal caí­da en 2009: su gobierno y él mismo están acusados de corrupción por buena parte de la opinión pública y los medios de prensa.