La generación eléctrica


La crisis económica que tanto afecta a la sociedad ha evidenciado lo perentorio de los recursos derivados de petróleo, lo dependiente que el mundo moderno es y cómo los precios de estos recursos influyen en todos los paí­ses. La vida moderna depende y estimula el consumo de energí­a, los costos de producción, transporte y servicios se ven afectados, dependiendo de la demanda de búnker, diésel y gasolinas a nivel global.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

La generación eléctrica en muchos paí­ses, incluyendo Guatemala, se hace en buena parte a base de petróleo. Los contratos de generación contienen cláusulas que trasladan el aumento de costos al consumidor casi inmediatamente, lo que afecta la producción local y la exportación. En otras palabras, los cogeneradores simple y sencillamente trasladan el aumento de costos y de paso ajustan y aumentan sus utilidades.

 

El recién iniciado presidente de Estados Unidos, Barack Obama indicó, durante su campaña y mantiene el criterio, que la dependencia y el consumo de derivados de petróleo es una prioridad reducirlo, logrando la disminución del costo de vida de su paí­s, mejorando su posición económico social a nivel mundial, para lo cual promueve la generación eléctrica alternativa, sea hidráulica, eólica, nuclear y solar.

 

Brasil, desde hace años, ha dedicado un enorme esfuerzo a la producción alternativa de combustibles, estimulando la sustitución del consumo de gasolinas; buena parte de los automóviles se mueven totalmente a base de etanol. Tiene instaladas destilerí­as de aceites que procesan higuerí­o y otras oligenosas para reemplazar el uso del diésel.

 

El presidente ílvaro Colom prometió que durante su gestión se iniciarí­a la construcción de por lo menos dos grandes hidroeléctricas que sustituirí­an la generación a base de petróleo, hidroeléctricas que están planificadas y determinado dónde hacerlas desde 1980, época en que se construyó, por el Estado, Chixoy.

 

Al sacar a licitación Xalalá, no hubo oferentes y se postergó el inicio de una urgente necesidad que le garantice a los guatemaltecos, no sólo el suministro confiable, sino la rebaja de la tarifa eléctrica, y del costo de producción de todos los bienes de consumo que son parte de la economí­a nacional, de la canasta básica. Qué va a hacer el gobierno de Guatemala para que esta promesa, esta necesidad pueda convertirse en realidad en el futuro.

 

Las alternativas no son muchas. Pretender que una empresa o un consorcio privado construya la hidroeléctrica, negocie la compra de los terrenos que el proyecto requiere y que opere y se autopague  a largo plazo, no ha sido una oferta atractiva.

 

Recurrir a préstamos internacionales por miles de millones de dólares como fue la forma en que se financió la construcción de Chixoy, en un momento tan crí­tico como el actual, es poco factible. Preguntémonos qué otras alternativas tenemos, analicemos cómo es que otros paí­ses de América Latina han logrado financiar la construcción de obras tan importantes como una hidroeléctrica del tamaño que se plantea es Xalalá y otras similares.

 

Que bueno serí­a que los grupos de pensamiento: Así­es, el Cien o las asociaciones empresariales, comerciales, financieras, agrí­colas, industriales o cooperativistas plantearan una respuesta.