La gama socialdemócrata



La situación de la licenciada Marí­a Antonieta de Bonilla en el Banco de Guatemala ha venido a evidenciar que el tema de la socialdemocracia del gobierno de ílvaro Colom no queda simplemente en el discurso, como muchos habí­an pensado.

Creemos que en ese sentido es importante para el paí­s que el ingeniero Colom y su partido hagan un esfuerzo por explicitar su concepto de la socialdemocracia, entendiendo que en los últimos años hemos visto cambios importantes en la forma de actuar de quienes históricamente han profesado tal ideologí­a. De los tiempos de Billy Brandt a nuestros dí­as hay cambios muy importantes que vale la pena esclarecer. Cierto es que la Unidad Nacional de la Esperanza ya fue admitida en la Internacional Socialista que cobija a los partidos socialdemócratas del mundo, pero aun en el seno de esa estructura multinacional hay diferencias muy marcadas en cuanto a la forma de implementar los principios básicos del movimiento mundial de la socialdemocracia.

Tenemos la impresión de que el planteamiento de la UNE va más en la dirección de la llamada Tercera Ví­a que tuvo en Blair y en el mismo Clinton a sus principales exponentes. Se trata de una corriente que reconoce la importancia y validez del libre mercado, pero que pretende dar al Estado un papel regulador más fuerte y efectivo para impedir que se cometan excesos en perjuicio de la población y especialmente de quienes tienen menos mecanismos para defenderse de los abusos que generalmente ocurren.

Hay aún socialdemócratas de la vieja guardia que creen que el Estado tiene que ir más allá de la regulación y que debe ser actor de primer orden en la economí­a mediante el accionar de empresas estatales que atiendan determinadas áreas que se consideran sensitivas desde el punto de vista social. Y aun en la llamada tercera ví­a hay matices, puesto que no todos coinciden en cuanto al papel que tiene que jugar el Estado en el plano del control y la regulación.

Obviamente en el plano fiscal es común denominador de la socialdemocracia que tiene que haber un sistema tributario justo que permita la asignación de recursos para la inversión social y la promoción del desarrollo humano. Acaso en ese punto es en el que más dificultades encontrará Colom porque la nuestra es una sociedad que históricamente ha evitado la implementación de regí­menes de impuestos con tales caracterí­sticas y, peor aún, se considera que el cobro de tributos es un despojo que se hace al particular. Aquí­, si acaso, se aceptan impuestos tipo el IVA, pero nunca los directos que tienen fundamento en el concepto de la justicia fiscal. En fin, sobre todos esos temas iremos viendo hasta dónde llega el modelo socialdemócrata con olor a tortilla y frijol.