La formación de los pueblos


í“scar Enrique Alvarado S.

Presentaré los nombres de personas que ya han sido estudiadas, pero que para efecto del presente artí­culo son importantes por sus aportes, veamos: Jesús Castillo en la música, con Remembranzas; el poeta Otto René Castillo, autor de Vamos patria a caminar; el historiador Alberto Herrarte que luchó en el terreno diplomático por sostener la unión de la Patria Grande Centroamericana; el escritor Rafael Arévalo Martí­nez quien hizo ver las injusticias de las dictaduras; Carlos Mérida junto con arquitectos, ingenieros y maestros de obras que hicieron posible la construcción y elegancia del Centro Cí­vico de la ciudad de Guatemala; el pionero de la aviación Jacinto Rodrí­guez Dí­az, quien en 1929 visitó con su avión las capitales de Centroamérica haciendo gala de heroí­smo.

El austriaco Teobert Maler, fallecido en 1917, excelente explorador y arqueólogo, levantó planos de Tikal y de otros sitios ceremoniales así­ como estudios etnológicos de los lacandones. He tenido la oportunidad de realizar una pequeña investigación sobre la producción literaria en el departamento de Chiquimula, es impecable y abundante la producción de los poetas, escritores, músicos, directores de teatro. Todos ellos han contribuido en la formación de Guatemala.

Agreguemos la callada labor de miles de profesionales que vivimos con nuestro modesto salario, de los campesinos humildes, cuadrilleros que ganan menos del salario mí­nimo, soportando el asalto de un delincuente, las mentiras de los polí­ticos, la ostentación de muchos coléricos patronos de las fincas.

Ellos son los auténticos forjadores de la patria, los que no asisten a las juntas de gabinetes, los que con su indumentaria de hombres pobres no entran en los restaurantes de clase media acomodada.

Está visto que para ellos solamente existe engaño proveniente de polí­ticos, y sin embargo son ellos los que construyen las calles, las aceras, instalan los drenajes y realizan oficios despreciados por la gente «decente».

El artesano de éxito, el maestro de obra que gana bien miran a los hombres humildes con desdén, por su apariencia y por su pobreza. Para ellos, los desheredados va mi saludo y este mensaje.

Estoy seguro que si de pronto volviesen los salarios a ser como en la época del Dr. Juan José Arévalo, por arte de magia desaparecerí­an los candidatos a los puestos polí­ticos, incluyendo magistrados de todas las Cortes. La oligarquí­a se quedarí­a sin sus servidores y el imperialismo tendrí­a formidables oponentes como Sandino en las Segovias, Nicaragua.

En la formación de los pueblos los héroes surgirán de manera anónima, cuando las obras públicas sean para construir escuelas y hospitales, cuando el dinero en las aduanas de verdad llegue al pueblo y no a las cuentas de los funcionarios, cuando en realidad y de manera honesta exista el amor por la patria y no por las prebendas que proporciona un cargo público. Recordemos que los cargos son para servir al pueblo y no para servirse de él.