La fiebre por el futbol invade Sudáfrica


A dos meses del arranque del Mundial 2010 de Sudáfrica, el primero que se disputa en el continente africano, la fiebre por el fútbol invade todos los rincones del paí­s, con las calles llenas de banderas y de vendedores ambulantes listos para recibir a los visitantes.


Todo está casi a punto: la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) empezó a mediados de marzo a formar a 18.000 voluntarios que acogerán a los visitantes extranjeros durante la competición y dentro de pocos dí­as, el 15 de abril, se podrán empezar a recoger las entradas en las taquillas.

Para celebrar el evento, la FIFA organizará además un gran concierto con los malienses Amadou et Mariam, la beninesa Angélique Kidjo y la estrella colombiana Shakira, entre otros, el próximo 10 de junio, un dí­a antes del partido inaugural entre Sudáfrica y México en el Soccer City de Johannesburgo.

El gobierno sudafricano, que se gastó 33.000 millones de rands (3.000 millones de euros) en las infraestructuras para el mundial, espera que el evento sirva también para dar una mejor imagen del paí­s y a atraer a más turistas e inversores.

En el plano interno, los responsables polí­ticos quieren aprovechar la competición para reforzar la unión entre blancos y negros, en un paí­s que todaví­a arrastra las secuelas del «apartheid», el régimen segregacionista que estuvo vigente entre 1948 y 1994.

De momento, el Mundial parece estar dando sus frutos en términos de cohesión nacional, y las banderas empiezan a florecer incluso en los todoterrenos de los barrios blancos, donde el fútbol nacional no es un deporte muy popular.

Incluso en el selecto barrio de negocios de Sandton se ha instalado un gran balón para celebrar la nueva pasión de los sudafricanos.

La única sombra en esta sentimiento general de unión fue el asesinato, el sábado pasado, del lí­der de un grupúsculo blanco de extrema derecha, Eugene Terre»Blanche, que murió tras la paliza de dos obreros negros, un hecho que resucita los viejos fantasmas del conflicto entre razas.

Los seguidores del lí­der, miembros dl Movimiento de Resistencia Afrikáner (AWB), han jurado venganza y algunos incluso amenazan con acciones de represalia durante el Mundial.

Pero nadie quiere ser pesimista y el ministro de la policí­a, Nathi Mthethwa, afirma que la seguridad de los hinchas será total, aunque admite estar «inquieto por la naturaleza violenta de los crimenes en Sudáfrica», un paí­s donde hay 50 homicidios al dí­a.

Las autoridades también han reconocido que podrí­a haber manifestaciones durante el Mundial.

«Forma parte de la naturaleza humana, la gente aprovechará la oportunidad», dice Nomvula Mokonyane, el jefe del gobierno provincial de Gauteng, donde están las ciudades de Johannesburgo y Pretoria.

El riesgo es que en Sudáfrica las manifestaciones suelen terminar con incidentes violentos, como cuando en el mes de marzo los conductores del sistema de taxis colectivos protestaron con disparos contra un nuevo sistema de transporte en Johannesburgo, Port Elizabeth y Ciudad del Cabo.

A pesar de estos riegos, la organización internacional de policí­a Interpol dijo estar satisfecha con el dispositivo de seguridad, que incluye el despliegue de 41.000 policí­as suplementarios y que mantendrá al ejército en «estado de alerta» durante la competición.

Mientras tanto, las preocupaciones de los sudafricanos tendrí­an que limitarse al aspecto deportivo y a los resultados poco esperanzadores de su selección nacional, los «Bafana Bafana».

El jueves, el seleccionador del equipo, el brasileño Carlos Perreira, no tuvo reparos en reconocer que todaví­a quedaba mucho trabajo por delante.