La Feria de Jocotenango de la Nueva Guatemala de la Asunción (primera parte)


El pueblo de Jocotenango hacia finales del siglo XIX, en nostálgica fotografí­a tomada por Edward Muybridge en 1875. Apréciese la iglesia pequeña, la gran pila y la enorme ceiba. En este pequeño templo, surgió el rezado de la Virgen de la Asunción y la feria de Jocotenango después de 1890. Como puede deducirse,

La Nueva Guatemala de la Asunción ha desarrollado una serie de tradiciones y fiestas enraizadas en la conciencia colectiva de los habitantes de la urbe: Las festividades de la Virgen de Concepción y los nacimientos con su infaltable Quema del Diablo en el mes de diciembre.

Celso Lara

Plano de la ciudad de Guatemala en 1821. En el cí­rculo se remarca el pueblo de Jocotenango. Este pueblo de alarifes y chichigí¼as era el único que uní­a la ciudad con el barranco de las Guacamayas. Desapareció en septiembre de 1879 por orden de Justo Rufino Barrios, presidente de Guatemala, que lo convirtió en un barrio más de la ciudad, adscrito al de San Sebastián (plan realizado en case al catastro elaborado por Miguel Rivera Maestre en 1825).Extraordinaria talla anónima de la Virgen de la Asunción, escultura anónima guatemalteca del siglo XVII, estofada y tallada con todo el esplendor del barroco. Permanece en el Altar mayor de la iglesia que lleva su nombre donde recibe las oblaciones y las lágrimas de sus fieles novoguatemalenses cada 15 de agosto (fotografí­a: Guillermo Vásquez González, 2007).

Una festividad particular de la ciudad ha sido desde su asentamiento en 1776 La Feria de la Virgen de la Asunción en el Barrio de Jocotenango.

Después de la destrucción de Santiago de Guatemala en 1773 y las luchas intestinas por el traslado de la urbe a un nuevo asentamiento, Santiago de Guatemala desapareció totalmente, perdió sus privilegios y el rey don Carlos III fundó la nueva ciudad en el Valle de la Virgen el 2 de Enero de 1776 con un nuevo nombre: Nueva Guatemala de la Asunción, en honor a la Virgen de la Asunción que los indí­genas de Chinautla, en este valle, tení­a como su patrona y que veneraban en la actual Parroquia Vieja desde su reducción en 1553 y que en aquellos remotos tiempos se llamaba iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cuyo culto posteriormente se unificó con el traslado del antiguo pueblo de Jocotenango, adyacente a Santiago de Guatemala, el cual también tení­a como Santa Patrona a la Virgen de la Asunción.

Por orden del Cabildo eclesiástico, en 1790, se ordenó cerrar el culto de la Asunción en la Iglesia de los indios de Chinautla y se fundó entonces la Parroquia Vieja, más tarde Cruz del Milagro, y dejó como único culto de la Virgen de la Asunción a la imagen adscrita al pueblo de Jocotenango.

Cabe mencionar que en 1789 se refunda la Villa de La Antigua Guatemala por orden real y la ciudad de Santiago fue oficialmente abandonada, aunque no deshabitada. El centro de poder se trasladó entonces a la Nueva Guatemala de la Asunción.

La feria de Jocotenango cobra importancia a finales del siglo XVIII y tuvo su mayor auge en el siglo XIX. A partir de la dictadura de Jorge Ubico en 1931 empezó a decaer hasta convertirse hoy en una expresión de cultura de masas o anticultura en donde lo foráneo y lo comercial ha sustituido en su mayor parte a lo tradicional.

Sin embargo, la feria tiene una historia profunda. Veamos algunos datos al respecto: El traslado del pueblo Jocotenango de Santiago de Guatemala al nuevo asentamiento, quedó establecido al norte, en las inmediaciones de la Nueva Guatemala de la Asunción. De ahí­ en adelante, se convirtió en un pueblo de albañiles, pues sus moradores varones se dedicaron a construir la nueva ciudad.

El nuevo pueblo de Jocotenango era considerado por las autoridades como una «nueva reducción», según lo revelan documentos de 1779. De manera que el trato dado a los pobladores era el de «indios reducidos». También se menciona la existencia de «arena mineral», llamada mostacilla. Asimismo, se indica que en el pueblo existí­an dos ladrilleras que producí­an «ladrillo de mediana calidad». En uno de dichos expedientes se dice que los indios jocotecos se hallaban «enteramente dedicados a la reedificación de esa capital con cuyo destino fueron conducidos de aquel a este pueblo».

En los documentos mencionados se afirma que los indios de este lugar también prestaban servicios personales, por ejemplo cargar a cuestas mercaderí­as. Respecto a las mujeres se dice que «abastecí­an el lugar de carne de cerdo, de manteca, de tortillas, frí­jol y otros comestibles como frutas que compran a otros cosecheros, pues no tienen tierras». Aquí­ mismo se refiere a la pobreza de los indios de la siguiente manera: «no hay indio alguno que tenga ni aun un pie solo de milpa, pero ni aun terreno propio donde poder plantarlo por carecer de ejidos.

En resumen, el nuevo pueblo de Jocotenango quedó asentado en las inmediaciones de la nueva capital. Sus moradores, de paupérrima condición, se dedicaron, los hombres principalmente, a trabajos de albañilerí­a; destinados a la construcción de la Nueva Guatemala y a otros servicios personales. Las mujeres, a abastecer el mercado local y además, a servir de nodrizas (chichiguas) a las familias acaudaladas de la ciudad.

El hecho de que las autoridades coloniales consideraran al pueblo como una «nueva reducción» indica que sus pobladores, en especial indí­genas, continuaban sometidos al mismo sistema que sufrieron en el antiguo pueblo en Santiago de Guatemala.

Con respecto a la feria, el dato más antiguo acerca de su realización en el nuevo pueblo lo proporciona Antonio Batres Jáuregui, quien afirma que en 1804 se erigió el pueblo de Jocotenango y que para inaugurarlo se efectuaron las fiestas el 15 de Agosto de ese mismo año. Indica que en ese año el pueblo estaba compuesto por seis caballerí­as de terreno y por dos mil habitantes. Al referirse a los indios de Jocotenango dice que eran muy «buenos albañiles y trabajaron en la construcción del Palacio de los Capitanes Generales, en la de la Real Audiencia, en la del Cuño, en la de la Catedral, en la de los Portales, que circundaban la plaza mayor, en la gran fuente, que estaba en el centro, con la estatua ecuestre del rey Carlos III y en la de los templos y casas, que con actividad se edificaban. Las indias jocotecas eran «las chichigí¼as» o nodrizas, en la urbe que con í­mprobo trabajo levantaron nuestros antepasados»

En 1825 una solicitud de concesión de tierras del 30 de septiembre se refiere a la feria: «Manuel Julián Ibarra y Manuel Marí­a Franco como mas hay a lugar ante la Municipalidad decimos: Que en las inmediaciones al pueblo de Jocotenango, entre el primer anden que se halla en la calle recta que va de dicho Pueblo y el llano donde se sitúa el mercado de la feria de agosto está un terreno inculto, y que no es útil al público. Nosotros deseamos cultivarlo y habiendo concebido esta corporación otros en igual clase para proteger la agricultura. A la Municipalidad suplicamos se sirva concedernos el expresado terreno con calidad en que dejaremos expeditas las calles correspondientes, en lo que recibiremos gracia».

La solicitud anterior permite apreciar que en ese año se efectuaba la feria en el nuevo pueblo y, además, que se habí­a comenzado la repartición de los terrenos aledaños al pueblo, iniciándose así­ lo que más tarde constituirí­a propiedades privadas.

BARRIOS


En el Archivo General de Centro América se encuentra un documento que contiene un plano topográfico de la ciudad de Guatemala con 13 cantones establecidos por las leyes emitidas el 29 de enero de 1825. El plano incluye el pueblo de Jocotenango, el cual figura como único pueblo aledaño a la capital, lo que indica la importancia que tení­a para la misma. Dicho documento enumera los 13 cantones, así­:

Parroquia Vieja

San Sebastián

Candelaria

Santa Catalina

San José

San Agustí­n

La Merced

Hospicio

Santo Domingo

Hospital

La Habana

Recolección

Sagrario

El plano fue levantado por Juan Rivera en 1842 y corregido por él mismo en 1850. En 1857, durante el gobierno de Rafael Carrera, «la fiesta y feria en Jocotenango» se celebraban el 14 y 15 de agosto, según consta en la obra denominada Guí­a de Forasteros en Guatemala para el año 1858.

FERIA


José Milla describe la feria de Jocotenango de la siguiente manera: «La plaza y la calle principal de Jocotenango presentan el espectáculo más animado y pintoresco. Las vendimias se ostentan por todas partes en ordenado desorden, bajo las anchas sombras de petate. Aquí­ las mesas cubiertas de vasos y garrafas de agua loja; allí­ los dulces, ofreciendo a las moscas, gratuito y espléndido banquete; acá las delicadas tunas de Panajachel; allá las sabrosas camuesas de Totonicapán, los zapotes, los pepinos, las naranjas, las chancacas, la pepitoria y las rapaduritas. Todo se ofrece abundante y barato a los aficionados, menos las nueces de Momostenango, que este año están tan escasas como el dinero y como el buen sentido. La feria de Jocotenango sin nueces es un cuerpo sin alma, una niña sin camisa garibaldina, una república sin revoluciones. El calor es insoportable; el viento gira bajo la razón social de Aire, polvo y compañí­a; millares de pitos de Patzún soplados por vigorosos alientos infantiles, producen un ruido infernal, capaz de romper los tí­mpanos menos delicados…»