El 15 de agosto es la feria de la capital de Guatemala. En honor a esta efemérides, quisiera hacer una reflexión, que por ser muy obvia, no deja de ser interesante.
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¿Cuál es el nombre de nuestra ciudad? Todas las personas saben que se llama Nueva Guatemala de la Asunción, pero pocas personas utilizan esta nomenclatura completa.
Talvez se podría pensar que es por cuestión de comodidad que no se utiliza todo el nombre completo, y se opta por el más prosaico Ciudad de Guatemala o ciudad capital; ambos, considero, le quitan lo poético que tiene el nombre oficial.
Sin embargo, los pobladores de la ciudad han tenido otras razones para intentar «olvidar» el nombre oficial.
Debe recordarse que la Nueva Guatemala de la Asunción fue fundada luego de que se destruyera la anterior capital: Santiago de Guatemala. Este traslado fue motivo de gran controversia por parte de los pobladores; muchos de ellos lo rechazaban, e insistían en quedarse.
Famosa es ya la confusión de Enrique Gómez Carrillo cuando, en El despertar del alma, escribiera: «Yo, señor, nací en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala». Este fragmento ha motivado diversas críticas en contra del escritor, pues él nació en la actual capital; sin embargo, debe considerarse tal error como común en esa época.
La ciudad se fundó en 1776, pero el traslado real y completo sucedió mucho después. Para la época de Gómez Carrillo, muchas familias todavía querían conservar el abolengo de la ciudad colonial.
La ciudad capital de Guatemala se había trasladado ya tres veces, y en ninguna ocasión había cambiado su nombre: siempre fue Santiago de Guatemala (el epíteto de «Caballeros» que le otorga Carrillo es erróneo). Por su belleza y diseño, se le otorgó el título de «Muy noble y muy leal».
Al trasladarse la ciudad al Valle de la Ermita, casi nadie conocía que tenía un nuevo nombre. Los habitantes eran los mismos, por lo que, a pesar de ser otro el territorio, ellos la seguían considerando como Santiago de Guatemala.
Pero en el acta de fundación se estableció que ésta sería la Nueva Guatemala, en alusión de que había otra, la anterior, que en contraste se empezó a llamar La Antigua Guatemala.
Así es que la confusión de Gómez Carrillo era, hasta cierto punto, comprensible, pues algunas personas la seguían llamando Santiago de Guatemala.
No es, para nada, criticable tal confusión, pues, de la misma forma nos seguimos confundiendo ahora, y si algún extranjero nos preguntase: «Â¿Cómo se llama esta ciudad?», rápidamente diríamos «Guatemala» o «ciudad capital», y nadie referiría el nombre tan poético que tiene: «Nueva Guatemala de la Asunción».
La feria, según Pepe Milla
La plaza y la calle principal de Jocotenango presentan el espectáculo más animado y pintoresco, Millares de personas de condiciones diversas y de trajes tan diferentes como sus condiciones, se empujan unas a otras y apenas dejan espacio suficiente para que puedan abrirse paso individuos de menor volumen que el mío. Las vendimiasse ostentan por todas partes en ordenado desorden, bajo las anchas sombras de petate. Aquí las mesas cubiertas de vasos y garrafas de agua loja; allí los dulces ofreciendo a las moscas, gratuito y espléndido banquete; acá, las delicadas tunas de Panajachel; allá las sabrosas camuesas de Totonicapán; los zapotes, los pepinos, las naranjas; la chancaca, la pepitoria y las rapaduritas. Todo se ofrece abundante y barato a los aficionados menos las nueces de Momostenango, que este año están tan escasas como el dinero y como el buen sentido. Pero la sociedad puede ir pasando sin dinero, y el sentido común no hace falta muy notable, que digamos. Las nueces es cosa diferente. La feria de Jocotenango sin nueces es un cuerpo sin alma, una niña sin camisa garibaldina, una república sin revoluciones.