Armas, manuscritos, esculturas, joyas: unos 500 objetos que cuentan la historia de la fascinante ciudad que se llamó Bizancio, antes de Constantinopla y Estambul, viajaron a París donde serán exhibidos desde el sábado y hasta el 25 de enero en el hermoso museo Grand Palais.
«De Bizancio a Estambul», que fue inaugurada el viernes por el presidente francés Nicolas Sarkozy y su homólogo tueco Abdula Gí¼l, es el acontecimiento más importante de la temporada de la cultura turca en Francia, que se abrió en julio pasado y se prolongará hasta marzo del 2010.
Esta temporada dedicada a «Turquía y sus maravillas» – una manifestación anual, que en el 2009 fue consagrada a Brasil – fue decidida antes de la llegada a la presidencia de Francia de Sarkozy, que se opone al ingreso de Ankara en la Unión Europea, como ha recalcado la prensa francesa en ocasión de la apertura de esta esperada exhibición.
Para Estambul, llamada «la ciudad de los mil nombres» por el Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk, la exhibición es una ocasión para recordar que la historia de esta ciudad situada entre dos continentes y que tiene ahora 14 millones de habitantes está inserta desde hace siglos en la historia europea.
La exposición en el Grand Palais – que recuerda los éxodos, invasiones, intercambios comerciales y artísticos que jalonan la historia de esta ciudad, puente entre tantas culturas – «deja claro que la historia de Estambul forma parte integrante de la historia de Europa», declaró a la AFP la comisaría turca de la exhibición, Nazan Olcer.
«La historia de Europa no puede entenderse ni concebirse sin la historia de Estambul», insistió Olí§er, que es la directora del museo Sakip Sabanci de Estambul.
Recordó que la ciudad fue bajo Solimán el Magnífico no sólo una de las capitales más brillantes del mundo sino que la sociedad turca acogió cristianos, griegos y judíos expulsados de España, a quienes ofreció la libertad de culto.
Algunas figuras turcas que visitaron el viernes el Grand Palais, en ocasión de la inauguración oficial de la exposición, criticaron el rechazo manifestado por los europeos al ingreso de Turquía en la UE, alegando «incompatibilidades culturales».
«Estambul es una ciudad cosmopolita, educada», comentó un funcionario turco, que pidió conservar el anonimato. «A los sultanes los educaban para amar la poesía», comentó.
Los desacuerdos políticos entre París y Ankara no han quitado sin embargo brillo al programa de la temporada dedicada por Francia a Turquía, que incluye unas 300 actividades, desde bailarines derviches de Anatolia a conciertos de música sufí, pasando por conferencias de Pamuk y otros escritores turcos.
Otro momento importante de la temporada serán las tres exposiciones que ha organizado el museo del Louvre: «Esplendores de los sultanes», «Caftanes del palacio de Topkapi» e «Izmir-Esmirna, retrato de una ciudad antigua».
Además, se han organizado en toda Francia ciclos cinematográficos y festivales culturales, en los que participarán coreógrafos, escritores y figuras de la cultura turca.
La torre Eiffel participa en la fiesta, y estará toda esta semana iluminada con los colores de Turquía.
La exposición en el Grand Palais intensifica además el interés por Estambul, que será el próximo año Capital Europea de la Cultura.
Esta temporada de Turquía en Francia no se limita sólo al arte y a la cultura, sino que propone también actividades en el sector económico, al tiempo que intensifica el debate sobre el ingreso de este país – 15 economía mundial, con 73 millones de habitantes – en la Unión Europea.
En Francia, según sondeos recientes, un 80% de la población se opone al ingreso de Turquía en la UE, un porcentaje superior al 67% de los europeos opuestos a esa integración.
Turquía espera seguramente que la exposición, a la que ha enviado piezas que nunca habían salido del país, y la temporada consagrada a su cultura promuevan el diálogo entre las dos culturas.
«Como en todas las exposiciones, hay un mensaje», declaró la comisaría turca de la exhibición.