La fama no libra de la cárcel


Lindsay Lohan apuró sus últimos momentos en la cárcel de Linwood (California), donde permaneció hasta hace unos dí­as bajo estricta vigilancia por conducción imprudente y consumo de drogas y alcohol y, al mismo tiempo, bajo la mirada atenta de la prensa del mundo entero. Los 90 dí­as a los que fue condenada se han convertido en poca cosa y LiLo está dispuesta a rentabilizar al máximo este periodo de encarcelamiento. Consciente de lo importante que puede ser para su carrera, contrató para la salida un equipo de estilistas para que sus primeros pasos en libertad no la pillen desprevenida. Sabí­a que los 30 segundos que separan su celda de la calle se convertirán en parte de su currí­culo. Y quiere estar a la altura.


Las cuatro paredes de una celda tienen la facultad de poner los pies en la tierra a cualquier estrella. La cárcel no conoce de contratos millonarios ni de fama infinita y devuelven a la realidad a cualquiera. «Cuando se cierra la puerta, por fin te encuentras seguro», comentó Robert Downey hijo a la salida de uno de sus ingresos en prisión. El actor pasó más de año y medio a la sombra -entre 1996 y 2001- debido a su afición a las drogas y a los escándalos. Pero ello no afectó a su carrera, como prueban los 80 millones de euros que recaudó con la primera parte de Iron Man hace un par de años.

Son muchos los famosos que han estado en prisión y algunos han quedado en el olvido. Sofí­a Loren reconoció que los 17 dí­as que pasó tras las rejas a las afueras de Nápoles por evadir impuestos en 1982 le dejaron «una cicatriz difí­cil de borrar». Pero su carrera no se vio nunca empañada. A sus 75 años, Loren sigue siendo una de las grandes del cine mundial de todos los tiempos.

Otro que vivió brevemente en una celda fue Sean Penn cuando todaví­a estaba casado con Madonna. Sus pataletas con los paparazis, el golpe que le propinó a un extra en un plató de rodaje y la conducción imprudente le llevaron a permanecer 33 dí­as en una celda en 1987. También el mal carácter le jugó una mala pasada, dos años más tarde, a Sza Sza Gabor. La actriz se bajó tranquilamente de su Rolls-Royce para cruzarle la cara a un policí­a que la acababa de amonestar por llevar los documentos caducados. «Admito que tengo un temperamento húngaro», reconoció más tarde, pero de poco le sirvió su nacionalidad: tres dí­as de condena.

Paris Hilton y su ex inseparable amiga Nicole Richie también forman parte de la lista. Nicole entró a la cárcel en 2007, embarazada de cinco meses, pero a pesar de que la sentencia la obligaba a internarse cuatro dí­as por conducir bajo los efectos del alcohol, la hija de Lionel Richie solo tuvo que aguantar 82 minutos en la cárcel. Mucho más le costó a la ex heredera del imperio hotelero superar un mal trago parecido ese mismo año. Su caso duró 23 dí­as y dio la vuelta al mundo. La mayor parte del tiempo que estuvo privada de libertad por conducir con el carnet caducado la pasó «en posición fetal», leyendo la Biblia y libros de autoayuda. Así­ y todo, los guardias no pudieron convencerla de que se quitara las extensiones del pelo.

También en 2007, en medio del éxito de la serie 24, un aclamado Kiefer Sutherland cumplió en su totalidad una condena de 48 dí­as de prisión por conducir ebrio y violar la libertad condicional de la que disfrutaba por esta misma falta. Y a pesar de que al salir parecí­a rehabilitado, dos años más tarde estuvo a punto de recaer por golpear a un diseñador de moda en una fiesta celebrada en Nueva York. Pero Hollywood lo habí­a perdonado: poco antes del incidente, el hijo de Donald Sutherland habí­a descubierto su propia estrella en el Paseo de la Fama.

Otra estrella de la televisión que violó la libertad condicional conduciendo borracha fue Michelle Rodrí­guez, en pleno rodaje de la serie Lost, en Hawai en 2005. La actriz fue condenada a 180 dí­as tras las rejas, pero solo cumplió 17, aunque el incidente le costó su papel en la serie. Los productores no se anduvieron con rodeos y mataron -literalmente- dos pájaros de un tiro. Se deshicieron de los personajes de Ana Lucí­a y Libby, el primero interpretado por Rodrí­guez y el segundo, por Cynthia Watros, que también habí­a sido detenida por conducir ebria en la isla estadounidense.

Más reciente es el escándalo de violencia familiar que protagonizó durante las últimas navidades Charlie Sheen, que pasó el dí­a de Navidad encerrado en una cárcel de Aspen, Colorado, tras una llamada de su mujer a la policí­a. A pesar de que el caso sigue abierto y el actor está condenado a 30 dí­as de prisión.

Teniendo en cuenta los precedentes, no sorprende que lo que más le preocupe a estas alturas a Lindsay Lohan sea su imagen a la salida de la cárcel. De hecho, Shawn Chapman Holley, la abogada que abandonó su caso poco antes de su ingreso en prisión y lo retomó ese mismo dí­a, no cree que a la actriz le haga falta arreglarse para la ocasión. «Se la ve preciosa. Está escribiendo y creando mucho arte», ha explicado.