Las calles están tranquilas y las cafeterías y tiendas de recuerdos, vacías. Aunque dos días sin partidos del Mundial aburren a muchos, algunos otros fanáticos están aprovechando el tiempo en quehaceres imposibles de realizar una vez que la pelota está en la cancha.
SAO PAULO / AP
Algunos reclaman que es demasiado drástico quedarse dos días sin ver un solo juego, después de que se llevó a cabo la friolera de 56 en tres semanas.
«Si pudiera ser todos los días sería mucho mejor», dijo Flavio Teixeira, dueño de una tienda de camisetas de fútbol. El jueves, Teixeria estaba sentado en una silla de plástico esperando que algún cliente llegara a su tienda a las afueras del Fan Fest de Sao Paulo. «Hace dos días, esto estaba lleno. Es muy diferente.»
No solo los restaurantes y los negocios se han vaciado estas últimas horas, algunos brasileños dicen que ya extrañan la alegría de los hinchas del fútbol, quienes pasean vestidos con los colores de sus banderas, y cantan por las calles y en las estaciones del metro.
Desde Brasil hasta Argentina y Colombia, muchos sufren de lo que ya han denominado como síndrome de abstinencia. Sin embargo, algunos aprovechan esta pausa de dos días de la Copa del Mundo para llevar a cabo tareas que habían postergado.
Las mujeres se dirigieron a los salones de belleza, otros a centros comerciales, dos tipos de negocios que suelen cerrar temprano los días que Brasil juega o en que la ciudad es sede de algún partido. Puede sentirse caóticos esos días en que la gente abarrota los supermercados, los empleados salen de sus lugares de trabajo temprano y los negocios cierran antes de que caiga la tarde.
«Ni había tenido tiempo de comprarle a mi hijo de 2 años una camiseta de Brasil», dijo Claudio Ferreira, de 43 años, quien trabaja como guardia de seguridad. «Siempre hay tanta cosa».
En Colombia, por todos lados la gente habla sin cesar del partido con Brasil el viernes. Luis Garzón, un conductor privado, se preparó con anticipación al tráfico del viernes y aprovechó estos días para pagar las cuentas y hacer compras.
«En estos dos días libres me actualicé: mandé sincronizar el carro, además pagué la factura de la energía e hice un mercado que dure para estas dos semanas», dijo Garzón.
El Mundial había retrasado a otros en sus estudios. Es el caso de Camila Fernández, estudiante de derecho en Argentina. Como el mundial coincide con los exámenes finales del cuatrimestre en la universidad de derecho, algunos profesores acomodaron las fechas y los horarios para evitar hacerlo cuando juega Argentina.
«Durante el mundial los días sin fútbol son muy aburridos. Lo único bueno de que no haya partidos es que puedo aprovechar para estudiar», dijo Fernández, quien este jueves sin fútbol presentaba una prueba final de la materia derechos humanos.
Periódicos en Brasil ofrecieron a sus lectores consejos de actividades para hacer los días que no hay partido, como jugar con sus hijos o ir al cine. Para los que en verdad extrañan el fútbol, van a repetir algunos partidos en los canales deportivos.
En medios sociales, algunos bromearon con sonidos «terapeúticos» para los que sufrían el «síndrome de abstinencia» al presentar un audio de cuatro segundos del tono que utilizan las televisoras para ir y volver de comerciales durante los cotejos.
Un taxista de Rio de Janeiro, Christian da Silva Pires, dijo que no se sentía cómodo estos dos días al conducir por la ciudad sin juegos que escuchar en la radio ni hinchas que se dirijan apresurados a los bares o a casa de sus familiares para ver algún encuentro.
«Me siento extraño», dijo Pires, de 37 años. «Me he acostumbrado tanto a tener juegos todo el tiempo, y muchos de ellos son tan emotivos. Siento que hay un vacío en mi corazón».