La extradición de un expresidente


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En sentencia emitida el miércoles de la semana en curso, comunicada a los medios ese mismo día, mediante conferencia de prensa convocada para el efecto por la Corte de Constitucionalidad, este organismo resolvió denegar el amparo interpuesto por Alfonso Portillo Cabrera en contra de lo actuado por el ex presidente Álvaro Colom, quien en su oportunidad y dentro del trámite administrativo de su extradición, solicitada por el Gobierno de Estados Unidos, había resuelto la entrega de Portillo al Estado solicitante.

Juan Antonio Mazariegos G.


En apariencia, una vez finiquitado el trámite judicial y resuelto ahora en definitiva el trámite administrativo que se encontraba pendiente, en virtud del amparo que  se ha resuelto, la suerte de Alfonso Portillo debiera ser el que se le entregue al país que lo solicita para juzgarle. Sin embargo, es importante recordar que  ya la Corte de Constitucionalidad había, en su oportunidad, resuelto en favor de Portillo otro amparo, por medio del cual,   ordenaba que  previamente a ser entregado a Estados Unidos debería de ser juzgado por otra causa que se encuentra en trámite aquí en Guatemala y en caso de ser encontrado culpable en la misma que cumpliera, previamente a ser extraditado, con la pena que en ese otro proceso se le imponga. Y es que al expresidente Portillo lo que le sobran son problemas, los cuales,  en algunos casos como en el presente, operan en su beneficio. En todo caso y sin importar el delito por el que se le juzgue en un país u otro o la cantidad de argumentos y recursos que presente, es deplorable que un expresidente de nuestro país termine de esta manera. Seguro, si cometió los hechos tal y como nos los han descrito y ante la contundencia de las pruebas y lo burdo del proceder de Portillo no había otra forma de acabar el juego, el Pollo se cocinó en su propio caldo. En otras latitudes, los expresidentes reciben honores, se acostumbra bautizar  bibliotecas, estadios o autopistas con  su nombre, pues  hay un afán de recordarlos, toda vez que ocuparon en su oportunidad el cargo más importante del país que hayan gobernado. Y es que por supuesto, la aspiración es que un expresidente sea recordado por sus méritos y los mismos lo transformen en un ejemplo a seguir para futuras generaciones, sin embargo, en el caso que nos ocupa, al parecer  Portillo será recordado por haber comandado un gobierno de saqueadores y  los años que pasó en prisión defendiéndose de ser extraditado, triste final y pésimo ejemplo para cualquiera. Quizás no sirva de nada el traer a colación estos hechos y sea cierto lo que afirman algunos que este pueblo no tiene memoria y a la vuelta de la esquina elijan a otro mesías que ofrece milagros a cambio de cuatro años de botín y fiesta garantizados. En todo caso, cuando menos quedará de ejemplo que un expresidente también puede ser juzgado y condenado aquí y en el extranjero.