No es lo mismo opinar, proponer, criticar, expresarse sobre lo que se conoce y se ha vivido que hacerlo a la inversa. En reuniones familiares, sociales y políticas escucho hablar -a veces con mucha fuerza- sobre el Congreso, el Ejecutivo, el Ejército, el CACIF, las cámaras o el Parlacen. Dependiendo del caso e inclusive de mi ánimo personal, escucho, participo o tercio en el tema.
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Es interesante ver cómo difieren las opiniones, cómo algunas de ellas tienen fundamento, cómo hay otras opiniones que se manifiestan sin saber cuál es la realidad de cualquiera de esas instituciones o de otras. Nadie más que aquel que está arriba de nosotros lo sabe todo; sin embargo, la vivencia, la experiencia, los años transcurridos permiten saber un poco más de lo que se está hablando.
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Francisco Pérez de Antón decía cuando era director, al igual que yo en la Cámara de Comercio, que a veces para ser popular hay que decir cosas que estén a la moda. Populistamente tenía razón, nuestra democracia y gobierno lentamente evolucionan; sin embargo, hay sectores o grupos que no desean que en el país, sus instituciones cambien para mejor, si de ellos dependieran desearían que sólo lo que a ellos les sirva o conviene existiera. Un claro ejemplo de esa forma de pensar es siempre estar pretendiendo e insistiendo que el gobierno como tal se reduzca. Critican al Ejecutivo, al Legislativo, al poder Judicial y al Parlacen; sin embargo, a la primera oportunidad están listos para ser ministros de Relaciones Exteriores, de Gobernación, de Salud, diputados y ya no digamos presidente o vicepresidente de la República.
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¿Cuántos de los que critican a las instituciones han sido diputados al Congreso o al Parlacen? ¿Qué han hecho?, ¿Han sido los mejores diputados, los mejores ministros o simplemente han sido los subordinados gerentes de quienes son los verdaderos dueños y patronos de nuestro pequeño país? Hay incluso quienes habiendo vivido de cargos públicos prácticamente toda su vida, hablan para quedar bien.
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Perfecto sólo Dios, la crítica constructiva, la propuesta futurista en búsqueda de mejores condiciones es una obligación de todos los ciudadanos, ya no digamos de quienes tienen la experiencia y la vivencia de haber sido dirigentes estudiantiles, empresariales, políticos o profesionales.
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Servir de vocero para retroceder o mantener el statu quo de un país donde tristemente la pobreza, la extrema pobreza crece y no decrece, donde las plazas de trabajo formal retroceden en su número, donde los salarios y prestaciones laborales son las más bajas de América Latina, es una vergí¼enza.
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¿Qué obtengo con opinar, proponer y reflexionar?  Materialmente nada, espiritualmente la satisfacción, la vivencia de que creo en Guatemala, que aspiro y continúo bregando por un país mejor, donde la clase media crezca, donde el pequeño y mediano empresario se multiplique, donde todos los guatemaltecos tengan suficiente para comer, para vivir tranquilos, seguros y saber que sus hijos y sus nietos tendrán una mejor oportunidad de vida como gracias a mis padres, a mis maestros y un poco a mi esfuerzo personal, la tuve yo. De antemano, agradezco los comentarios y acepto cualquier crítica.