La estupidez del Presidente dispara las alarmas y evidencia su ineptitud  como mandatario, al declarar ante un medio escrito español,  diario El Paí­s, que Guatemala es el primer «Narcoestado» de Latinoamérica


No cabe duda que el señor Presidente Constitucional de la República de Guatemala logra superarse a sí­ mismo, dí­a con dí­a, en la cadena de declaraciones erráticas que proporciona a los medios de comunicación.  Y vean que es difí­cil, pero no imposible, el esmero que pone el ingeniero Colom en continuar su descenso estrepitoso en la carrera polí­tica que un mal dí­a para Guatemala lo catapultó hasta la Presidencia de la República.

Rosana Montoya / A-1 397908
rosana.montoya@yahoo.com

 


Es  obvio que las facultades mentales abandonaron hace mucho tiempo al Presidente Constitucional de la República de Guatemala. A pocos meses de dar por finalizada la administración gubernamental del ingeniero Colom,  sacamos en limpio que lo que mal empieza, mal termina.  Y eso que, ílvaro  Colom Caballeros, ya nos tiene acostumbrados a estos exabruptos, donde desfoga el intestino aflorando sus yerros de manera irresponsable, como si estuviera declarando sus pecados dentro de un cubí­culo, bajo estricto secreto de confesión.  La única razón para llegar a estas últimas consecuencias es que, el Presidente Constitucional de la República de Guatemala, no rige, porque, se cuenta en los corredores del Palacio, que se mantiene bajo el efecto de bebidas espirituosas, que entorpecen más sus pasos. Este constante estado delirante le impide coordinar las más elementales actitudes del ser humano, como en su particular caso podrí­a ser defender su empleo, ya no digamos su patria y su hogar.  A nadie dejó indiferente las razones que expuso el Primer Mandatario de la Nación, donde en forma imprudente hizo severas afirmaciones en contra de gobiernos anteriores, donde involucró en forma directa a pasados gobernantes, respecto al delicado tema del narcotráfico.  En la portada del Diario La Hora del dí­a 01-06-11 reza el encabezado: “ílvaro Colom acusa a Portillo y Berger de entregar el paí­s al narco” Y sigue la bomba en la página 2 del mismo Diario La Hora: “Puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que los gobiernos anteriores planificaron la entrega del paí­s al narco”. “…definitivamente tenemos un problema de agresión del Estado, lo he repetido muchí­simas veces, casi 8 años anteriores a mi gobierno fue una destrucción sistemática del sistema de seguridad y sobre todo territorial, eso se ha avanzado”, indicó.  Estas rutilantes  declaraciones son razón de más para remover de su puesto al presidente Colom; así­ haya sido cierto lo que dijo, jamás se descubre los flancos ni la retaguardia ante ningún Estado, porque se anuncia la evidente flaqueza a cualquier presunto enemigo.  Este inconsciente  mandatario se exculpa a sí­ mismo de haber terminado de aniquilar al Ejército de Guatemala, por deseo exprofeso del engendro que parió el diablo, a quien unió su destino y el nuestro al haber permitido que las fronteras entre México y Guatemala quedaran expuestas a todo lo largo de ambos territorios, a cambio de haber pactado con el presidente Calderón, el  mismo dí­a de la ascensión de Colom, donde concluyeron desaparecer los mojones que delimitan territorios  a cambio de una autopista que facilitara la extracción de maderas peteneras, con destino a México, ya sin fronteras. Por supuesto que la balanza se inclinó a favor de México,  que habí­a contribuido en multimillonarias aportaciones en dólares americanos, a través de la separación de su Ejército élite, contra el contrabando de drogas, que paró comiéndose el mandado, formando una célula aparte. Este jugoso sufragio fue directo a la bolsa de ílvaro y Sandra,  misma que los llevó a donde hoy se encuentran, gozando de la Presidencia, sin que todaví­a al dí­a de hoy, haya tenido necesidad de ganarse honradamente la vida.  Esa es la razón de no tener un solo callo en esas manos que solo acarician  el vaso de whisky desde que amanece hasta que anochece, llorando viejos amores, en vez de trabajar. La constante presencia de la señora Torres eclipsó la figura del marido que al final de cuentas no pudo gobernar por habérsele caí­do los pantalones frente a las barbas de la señora. Como consecuencia lógica, esto dio lugar a la desmoralización automática del Mandatario, que paró cediendo la plaza a la mujer. En ese gallinero el gallo calla y la gallina canta, mientras empolla la nidada que piensa degollar en la próxima jugada.