La Época Medieval


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La historia cultural del género humano, que abarca tanto la producción material como espiritual, está, inexorablemente, inmersa en un desarrollo ascendente en el que la creación artística y la innovación tecno-científica aportan un conocimiento cada vez más racional de las leyes que gobiernan el mundo natural y de la obra de arte en tanto paradigma estético de la razón.

Héctor Camargo

En efecto, la historia cultural del Occidente está delineada por un desarrollo dialéctico de la conciencia reflexiva en el que las percepciones míticas e irracionales respecto al mundo y a sus fenómenos naturales van, paulatinamente, dejando el terreno libre a una comprensión y explicación cada vez más racional y edificada en el pensamiento filosófico científico. Y son los griegos de la Época Clásica quienes, al inventar la filosofía, fundaron gran parte de los cimientos culturales en la civilización occidental de cuyos logros artísticos, filosóficos, científicos y tecnológicos se beneficia hoy en día gran parte de la humanidad. Esto, implícitamente, significa que el término Occidente –con su cultura y civilización– denota un significado del todo positivo para el género humano en su conjunto.

Pero dicho desarrollo cultural del Occidente ha estado constantemente configurado por la contradicción entre el pensamiento filosófico científico y su antítesis que es el pensamiento mítico religioso. Y bien podríamos afirmar que la lucha de estas dos formas de entender el mundo y el cosmos es lo que ha marcado e influenciado los diferentes momentos filosóficos y artísticos de la historia cultural occidental.

Y la Edad Media, que es un capítulo del desarrollo de la civilización occidental que va del siglo V al XV. Según el consenso historiográfico moderno, Edad Media inicia con la caída del imperio romano de Occidente, en 476 y termina con la toma de Constantinopla, en 1453, por los ejércitos musulmanes del imperio Otomano. Y el Medioevo –como también se le denomina– es un largo periodo histórico, europeo, que se caracteriza, entre otros, por esa lucha entre el pensamiento racional, representado por la filosofía y el pensamiento irracional representado por la teología.

Sin embargo, es también acertado pensar que los viajes de Cristóbal Colón –ilustre almirante de la Mar Océano– son los que marcan el final de la Época Medieval y el nacimiento de la Época Moderna. Debido a que es gracias a los descubrimientos de Colón que terminarán los mitos religiosos respecto al mundo y al hombre

La violencia institucionalizada es uno de los rasgos de la Edad Media. La Iglesia católica utilizó a la nefasta Inquisición para reprimir y detener todo intento de pensamiento crítico que cuestionara los dogmas impuestos por la teología. Dogamas que mantenían a los grandes conglomerados sociales en la entera ignorancia.

LA FILOSOFÍA MEDIEVAL
Respecto al desarrollo científico y filosófico durante la Edad Media constatamos que el Medioevo –que es otro de sus nombres– es un período bastante estéril e improductivo en cuanto a la ciencia, la filosofía y el arte. El sistema de pensamiento –teológico– medieval es conocido bajo el nombre de Escolástica.
La Escolástica es la corriente de pensamiento que agrupa, en particular, a teólogos que practicaban la especulación filosófica a medias. Y decimos a medias debido a que a causa de su condición de hombres de iglesia, de teólogos, sus alcances filosóficos estaban limitados y condicionados por sus dogmas y creencias religiosas.
 
El pensamiento medieval se caracteriza, sobre todo, por el hecho que la teología utiliza a la filosofía para tratar de corroborar los dogmas religiosos. O sea, es el momento en que la filosofía se transforma en sirvienta de la teología. La razón estaba, en el análisis o especulación, subordinada a la autoridad de la fe. La filosofía y el pensamiento racional estaban esclavizados por los dogmas de la teología.

La búsqueda de la verdad, que es la característica principal de la filosofía, era totalmente ajena al pensamiento escolástico. Pensar por sí mismo, dudar y cuestionar a algún texto u autoridad religiosa era sinónimo de herejía y podía significar la persecusión, la tortura y la muerte bajo las llamas.

Esto fue posible a causa de la nociva influencia de la Iglesia en la esfera de lo político, de lo económico y de lo cultural. El fanatismo religioso –con pinceladas filosóficas– dictaba, de forma autoritaria, lo que los hombres y mujeres debían de hacer, pensar, crear y creer. Y esa es la razón por la cual durante Edad Media hubo un total estancamiento en el ámbito de la ciencia, la filosofía y las artes.

Cuando comparamos el desarrollo cultural del Medievo con el período que le precede –el Greco-romano– y con el que le sucede –el Renacimiento- fácilmente constatamos que durante la Edad Media no hubo un desarrollo cultural de envergadura. En la Grecia Clásica se inventó la filosofía y, al lado de ésta, la física, la matemática, la astronomía, etc. Los nombres de los grandes filósofos, matemáticos, astrónomos y escritores griegos constituyen una lista muy larga.

Lo mismo sucedió en el Renacimiento. En este  período hubo un desarrollo colosal de la ciencia, la filosofía y el arte. El humanismo renacentista impulsó el desarrollo de la cultura y las artes. En el Renacimiento, como en la Antigüedad Clásica, hubo muchos matemáticos, filósofos, astrónomos y artistas quienes, todavía hoy, siguen sorprendiendo por su genio y creatividad universal.

Mientras que, durante la Edad Media no hubo nada, ni grandes filósofos ni grandes matemáticos. Los famosos Padres de la Iglesia –Agustín, Anselo, Tomás de Aquino– fueron únicamente eso, hombres de iglesia que utilizaron parte del pensamiento filosófico como mejor les convenía para justificar sus dogmas y creencias religiosas.

La Escolástica tenía una visión irracional del cosmos. Los teólogos medievales impusieron una concepción geocéntrica del universo fundamentada en la obra Almagesto del astrólogo y astrónomo Ptolomeo. Esta concepción –que conjugaba muy bien con las creencias bíblicas– situaba a la tierra como el centro del universo, sin movimiento y alrededor de la cual giraban el resto de planetas. Pero con el Renacimiento, gracias a la matemática, se fundó una racional teoría astronómica, el Heliocentrismo; que echó por la borda la concepción medieval y probó que la tierra no era ni estática ni el centro del universo, sino un planeta más en el vasto cosmos. La reacción de la Escolástica fue la amenaza, la persecución y a menudo, la muerte en la  hoguera.

Sin embargo, con el Renacimiento no terminó el arcaico pensamiento medieval. Todavía en el año 1600 los torturadores de la Inquisición quemaron vivo al gran matemático, astrónomo y filósofo Giordano Bruno. Y años más tarde, la Inquisición acosó también a Galileo Galilei, otro gran matemático, físico, filósofo y astrónomo.

EL ARTE MEDIEVAL
El arte medieval se conoce bajo el nombre de gótico. Y hay una tendencia romántica de historiadores quienes, exaltando el arte gótico, tratan de presentar a la Edad Media bajo un prisma interpretativo positivo y afirman que la arquitectura medieval, la preservación de documentos en los monasterios y las traducciones de textos clásicos deben de ser tomadas en cuenta como algo positivo. Y eso, sin lugar a dudas, es algo positivo. Pero el problema es más general y no particular.

El arte medieval se reduce, en su mayoría, a la arquitectura eclesiástica. El arte gótico, que es una continuación del arte románico, se centra en la construcción de catedrales e iglesias. Las grandes catedrales, sus vitrales y ornamentos escultóricos es lo que se conoce como arte gótico. O sea, un movimiento arquitectónico que no trasciende la construcción de iglesias, e ilustración de textos y pintura de retablos con un estilo particular –doloroso, piadoso y trágico– para el decorado de las iglesias.

EL FEMICIDIO MEDIEVAL
El femicidio es otro rasgó –trágico– de la oscurantista Edad Media. La caza de brujas, que cobró centenares de víctimas, particularmente de mujeres, fue un acto criminal basado en la absurda creencia en la existencia de mujeres que habían hecho pacto con el diablo, o sea, las famosas brujas.

Los teólogos medievales se inventaron la mentira de que la autoridad religiosa era producto de la autoridad divina y, con ello, dieron rienda suelta a sus más profundos y perversos sentimientos sadistas y necrófilos. Por lo que muchas mujeres fueron perseguidas y quemadas vivas bajo excusa de ser brujas o hechiceras.

El primer caso de brujería documentado y que será el inicio de una larga y sangrienta lista de víctimas se remonta al 1523, en Irlanda. La acusada se llamaba Alice Kyteler quien, por fortuna, logró escapar. Pero los Inquisidores tenían sed de sangre y arremetieron en contra de su sirvienta, Petronella de Meath. Ésta fue la víctima. Primero, la torturaron salvajemente para, luego, quemarla viva. Este primer caso de brujería fue el inicio de la persecución en contra de mujeres inocentes que únicamente trataban de aprender, de educarse y de pensar por sí mismas.
A decir verdad, las supuestas brujas no eran más que mujeres que intentaban superarse intelectualmente. Querían comprender el funcionamiento de las leyes naturales. Y su mayor campo de acción fue la experimentación con plantas medicinales con fines puramente curativos. Las brujas eran mujeres que hoy serían consideradas curanderas o naturistas. Pero, claro, el hecho de ser mujeres y sus métodos curativos no fueron del agrado de los fanáticos religiosos quienes miraban la mano del diablo por doquier.

Uno de los métodos usados por las dichas curanderas era el, simple pero ingenioso, arte de la sugestión. O sea, utilizaban una planta natural en forma de infusión que, como el romero, tiene efectos curativos; al mismo tiempo, enunciaban palabras, oraciones y ritos como medio de sugestión para convencer al paciente del efecto curativo de la planta. Y el método funcionaba. La gente, gracias a la mezcla de los efectos positivos de las plantas y la creencia o autosugestión de lo benéfico del medicamento, se curaba de sus males o dolencias.

Eso no era más que un ingenioso método curativo que hoy, en el vocabulario médico, se conoce bajo el nombre de Efecto Placebo. Pero esto, por supuesto, produjo recelo en los fanáticos religiosos quienes, aprovechándose del miedo e ignorancia de la gente, desataron la innoble e inhumana Cacería de Brujas por toda Europa occidental.

La persecución, tortura y aniquilación de cientos de mujeres acusadas de hechicería por parte de los sadistas y perversos Inquisidores fue un crimen histórico, de género, por el cual la Iglesia Católica tendrá un día que disculparse.

La violencia institucionalizada es uno de los rasgos de la Edad Media. La Iglesia católica utilizó a la nefasta Inquisición para reprimir y detener todo intento de pensamiento crítico que cuestionara los dogmas impuestos por la teología.

Querían comprender el funcionamiento de las leyes naturales. Y su mayor campo de acción fue la experimentación con plantas medicinales con fines puramente curativos. Las brujas eran mujeres que hoy serían consideradas curanderas o naturistas.