El terremoto en Chile nos viene a dar una muestra del efecto que tiene la prevención en países que por cuestiones naturales están más expuestos a cierto tipo de fenómenos. La fuerza del temblor fue tal que pudo haber causado enormes tragedias, pero indudablemente una combinación de factores redujo el impacto terrible y entre ellos hay que destacar el cuidado que se pone para regular las construcciones, la educación del pueblo para reaccionar a la hora de producirse un problema así, y obviamente las mejores condiciones de vida existentes porque en lugares donde abunda la pobreza y la vivienda totalmente improvisada el efecto siempre es mucho más devastador.
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Recientemente vimos cómo una tormenta tropical, la que llegó a ser Huracán Noel, hizo estragos tremendos en Haití y República Dominicana, matando a más de cien personas en esos dos países. Esa misma tormenta se estacionó en la costa Este de Cuba y permaneció tan quieto como estuvo el Mitch hace unos años sobre Honduras, y obviamente provocó serios daños a la economía y a las siembras de la región, pero en Cuba no hubo ni un muerto que lamentar, lo que demuestra la importancia y el efecto de la prevención y de cómo las autoridades preparan a la gente para cualquier catástrofe. Cuba es un país que tiene serios problemas económicos, que pueden ser atribuidos al embargo norteamericano o al sistema económico del país, pero en todo caso y para no entrar en ese debate interminable, lo cierto es que en el país hay enormes carencias, se vive en condiciones precarias y por lo tanto uno pensaría que tal y como ocurrió en los dos países de la isla La Española, pudiera producirse un elevado número de víctimas fatales.
Sin embargo, es ya de tradición el sistema de protección civil que existe en la isla de Cuba, tan azotada por huracanes durante la larga temporada que anualmente afecta al Caribe, y ello ha servido para que se desarrolle un mecanismo de seguridad de la población que funciona con extrema eficiencia.
En Guatemala tenemos la terrible combinación de factores naturales que nos dañan periódicamente y que son los temporales asociados con disturbios climáticos tropicales, y los terremotos que cíclicamente afectan al país por la reconocida existencia de placas que se mueven para liberar enormes cantidades de energía. Pero ni siquiera porque tenemos la absoluta certeza de que vivimos en un país con esas características y que tarde o temprano, aunque no nos guste, tendremos que soportar otro terremoto, no se avanza ni en preparar a la población ni en exigir que las edificaciones llenen requisitos mínimos para evitar que puedan colapsar a la hora de un desastre.
Es más, ni siquiera hace falta un terremoto para botar viviendas porque las mismas son tan precarias y se construyen con tanta facilidad en laderas y otros sitios peligrosos, que basta un fuerte aguacero para que tengamos que lamentar víctimas fatales, mientras que países que avanzan y se preocupan por prevenir las consecuencias fatales de los fenómenos naturales, han demostrado la eficacia de esas medidas y cómo con simplemente observar elementales normas, se puede minimizar el impacto de una tormenta o de un terremoto.