La enfermedad mental es una enfermedad


El artí­culo vida no estamos en paz pretende dar a conocer los trastornos de ansiedad y la crisis de angustia en particular. Leyendo comentarios realizados al mismo pareciera ser que aún para algunas personas no queda claro que un trastorno psiquiátrico es una enfermedad.  Dejando la impresión de que esta situación pueda ser observable ante la ausencia de Dios dentro de la existencia humana.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
crismodenesi@gmail.com

Deseo aclarar este punto por varias razones: 1) Las enfermedades emocionales o psiquiátricas constituyen una fuente de estigmatización de las personas que las padecen.  No sólo se encuentran enfermas, sino que, son criticadas y deshonradas; 2) Debido a lo anterior estas personas no reciben el apoyo suficiente y el tratamiento indicado ante su dolencia; 3) La disponibilidad de fondos económicos en los programas de salud dirigidos a su tratamiento; son escasos y no se observa su priorización.  Pese a que se ha comprobado que algunos de los desórdenes psiquiátricos predisponen o son el inicio de enfermedades  fí­sicas y que en época actual han tenido un aumento considerable; 4) Al continuar con el sistema de creencias de que la enfermedad mental es parte del alejamiento de Dios.  Se sataniza a las personas que la padecen y no se ve el origen de la enfermedad desde una perspectiva integral, es decir, biológica – existen cambios en la neurotransmisión, en la estructura y funcionamiento  cerebral, cambios  patológicos en la anatomí­a cerebral ostensibles en estudios radiológicos; hay condicionantes genéticas-hereditarias dentro de su desarrollo. 

Psicológica – La historia de vida de cada individuo cuenta para la conformación de su psiquismo y se ha sugerido que las situaciones adversas pueden influir en cambios  dentro de los mensajeros neuronales.  Tal como es el caso de personas que han convivido en situaciones violentas de manera reiterada o desde el inicio de sus vidas.

Social – También son importantes los determinantes  y condicionantes sociales; la familia, la escuela, la cultura, los medios de comunicación, la sociedad, la religión y el sistema de creencias.  Dentro de estos espacios se puede observar la posibilidad para un mejor desarrollo de la personalidad o su limitación; y se pueden considerar  elementos  constitutivos de redes de apoyo  para la persona, que contribuyan  a edificar la capacidad de resiliencia.

Es un hecho que existen estresores denominados psicosociales, situaciones que facilitan el aparecimiento de las enfermedades emocionales o mentales.  En individuos vulnerables y/o con mecanismos de defensa o de afrontamiento  con dificultades en su desarrollo o disminuidos ante el constante bombardeo  al que han sido expuestos.  Ejemplo de ellos: desempleo, bajos ingresos, hostigamiento laboral, asaltos, procesos de duelo, el aparecimiento de una enfermedad entre muchos otros más.

La creencia en Dios, la religión u otro sistema de credos, por supuesto que es importante, nos confiere un sentido de valor ante la vida, nos proporciona la unificación con otros lejanos a la proximidad, nos posibilita a obtener mayor confianza y seguridad en los caminos de la vida, nos da consuelo en momentos de desesperación, nos unge en el amor y trascendemos  a nuestro ser, nos volvemos divinos al pertenecer y constituirnos en una millonésima… parte del Creador.  Nos aporta un sistema de normas que nos indican, tal cual brújula, hacia donde se encuentra el lado congruente de nuestra existencia humana.

Es necesario ver las enfermedades mentales y emocionales, como enfermedades, si alguien tiene una apendicitis seguramente que nadie sugerirí­a que es por alejamiento del ser divino. Por lo contrario, estarí­an de manera presta  dispuestos a la intervención de un cirujano.  Lo mismo se necesita para ayudar a quienes padecen de trastornos psiquiátricos.

La enfermedad mental por ser mental no es imaginaria.  Existe y claro que duele y probablemente más que una fí­sica, porque para esta segunda existe comprensión y apoyo pero para la primera existe castigo, incomprensión y desaprobación.

Hay instituciones y personajes que incluso instan a la gente a que retire todo medicamento prescripto y que  no acudan a psicoterapia. Porque si están con Dios, éste los salvará de todos sus pecados, de esta manera, las enfermedades psiquiátricas continúan siendo vistas como productos del mal, tal cual, la época de la antigí¼edad. Es decir, que todos los avances cientí­ficos para su comprensión son desperdiciados.

Aumentando la posibilidad en quienes obedecen no aceptar ningún tipo de tratamiento de psicoterapia y/o el uso de fármacos  cuando son necesarios; de recaer en su padecimiento y con ello deteriorarse en las esferas; personal, familiar, social y laboral de sus existencias.  Con riegos mayores para su propia vida y de la de  quienes le acompañen.