La educación es remedio eficaz contra las drogas


La población mundial viene sufriendo severos azotes de diversas pandemias cuyo combate causa elevados costos a la sociedad de cada paí­s.

Marco Tulio Trejo Paiz

La mortandad de seres humanos (niños, adolescentes, jóvenes y adultos) es alarmante, muy grave o graví­sima, para hablar en grado superlativo.

Han existido o existen pandemias del cólera, del sida, de malaria, de gripe aviar, de gripe porcina, entre otros males que –discúlpesenos si caemos en la exageración– pueden ser considerados de esa manera, tales como la drogadicción, el vicio alcohólico, la corruptela a todo nivel, la criminalidad y la delincuencia en todos sus aspectos y… ¡hasta la marrullera politiquerí­a!

Millones de millones o trillones de dólares (o sus equivalentes en monedas de diversas denominaciones) destinan los paí­ses para hacer frente a esa serie de problemas tan preocupantes, tan rusientes y, casi por lo general, letales.

Actualmente, gobernantes y gobernados de México están como en vilo, a causa del narcotráfico y de la violencia, especialmente en la zona fronteriza con los Estados Unidos de América.

La muerte asoma su pavoroso rostro en las proximidades del territorio estadounidense. Los narcos no sólo acribillan a balazos a quienes los combaten dondequiera que se encuentren, sino también son sañudos para matarlos. No son pocos los que son decapitados tras ser torturados con derroche de crueldad como en los peores tiempos de barbarie.

Nos ha interesado ahora hacer algunas reflexiones en relación con el tráfico de drogas y la drogadicción. Es un tema que está mereciendo grandes espacios en los diferentes medios de comunicación en todo el mundo.

Los Estados Unidos, México, casi toda el área centroamericana, varios estados sudamericanos, España, Francia, Italia, etcétera, afrontan problemas relativos a la «pandemia» de las drogas?Virtualmente, todas las naciones que dan la idea de los parches aglutinados en la redondez de la Tierra están afectados por las drogas.

La lucha que se libra como campalmente contra los estupefacientes es motivada por la demanda de éstos. Si no hubiese demanda, no habrí­a tráfico y consumo de la intoxicante «mercancí­a».

La juventud, en particular, es la principal ví­ctima de la drogadicción, y todo porque la gente que empuña riendas de gobierno descuida en buena medida sus deberes y obligaciones para con la sociedad.

Si se realizara una campaña bien planificada, con toda técnica del caso y acorde con las circunstancias en general respecto del uso y abuso de las drogas, otra serí­a la situación. No se estarí­a envenenando a tantos seres humanos que comienzan a vivir ni, por supuesto, a los entrados en años que, a pesar de tener supuesta madurez, caen en las redes de los vendedores de tan nocivos productos que tienen en jaque a las sociedades, incluidas, desde luego, las autoridades especí­ficamente encargadas de velar por el orden, la tranquilidad, la seguridad y por que todo transcurra dentro de normalidad en el seno del conglomerado social.

Aquí­, en nuestra anarquizada patria, Guatemala, está haciendo falta una gran cruzada contra el tráfico y el consumo de drogas. Se sabe que los contingentes policiales, con apoyo de unidades castrenses, dedican esfuerzos para aprehender a los narcotraficantes y a los que son susceptibles de padecer lentamente, a pausas o rápidamente, los efectos de los narcóticos. Hay quienes se pasan de dosis: Anochecen y ya no amanecen?

La radio nacional, TGW, todo el aparato de publicidad oficial las emisoras particulares, lo mismo que la televisión y demás medios de comunicación, podrí­an ser utilizados por el gobierno a través del Ministerio de Educación, principalmente, para llevar a término una campaña educativa (con participación de los mentores), proyectada al interés de los niños, de los adolescentes, de los jóvenes y de los adultos para que sepan lo dañino y peligroso de la drogadicción. Un drogadicto llega a perder sus facultades mentales al punto que es capaz de cometer las peores fechorí­as: Asaltos, secuestros, extorsiones, asesinatos aun contra sus padres, cónyuges, hermanos y demás seres queridos, ya no digamos contra otras personas. Debe procurarse una vida sana para todos.

No es con garrote, con prisión ni con balas como debe tratarse y disuadir a los drogadictos, sino con educación sistemática y permanente, a diferentes horas de cada dí­a. Procede hacer conciencia en ese sentido en la familia guatemalteca para que rechace las drogas que sólo dañan el organismo de las personas infantiles, adolescentes, jóvenes y añosas hasta llegar inevitablemente al desenlace fatal.