La educación del futuro nuestro paí­s


La propaganda es libre, sin más limitaciones que de los actos que ofendan la moral?

Luis Arevalo
usacconsultapopular@gmail.com

Esta semana, uno de los candidatos a elección popular visitó una institución educativa. Centro de estudios en el que tuvo lugar un mitin polí­tico de varios minutos. Entre observaciones de lo que considera que debe continuar y lo que se debe mejorar confluyeron varias promesas. Lo particular del asunto es que todo esto se realizó dentro del recinto que ocupa la institución educativa, donde, por supuesto, permanecí­an las alumnas y alumnos, entre niñas y niños que, a esa hora debieron estar recibiendo conocimientos.

Algunas personas han protestado contra la contaminación auditiva que realizan las organizaciones polí­ticas, al ejercer su propaganda con altavoces o bocinas en lugares públicos.

Según la Ley Electoral y de Partidos Polí­ticos, la propaganda es libre, sin más limitaciones que de los actos que ofendan la moral, entre otras cosas.

Una institución educativa, como tal, es la encargada de brindar a sus educandos los conocimientos cientí­ficos, tecnológicos, éticos, morales y de cultivar en ellas y ellos los deberes cí­vicos para que puedan desenvolverse de manera adecuada y correcta en la sociedad y sean verdaderos ciudadanos y ciudadanas.

Pero ¿Qué sucede cuando, una institución educativa se inclina hacia una determinada ideologí­a partidaria? ¿No debiera ser la educación imparcial en tal sentido? ¿No son acaso los partidos polí­ticos, quienes deben encargarse de la educación y formación cí­vico democrática de sus afiliados? Y al hacerlo de esta manera ¿No se generarí­a acaso, una cultura polí­tica real y consecuente para nuestro paí­s, que hasta los partidos podrí­an gastar menores cantidades de recursos en tratar de impactar o convencer a las y los ciudadanos para conseguir un voto adicional? Según la Constitución Polí­tica de la Republica, la familia es fuente de la educación y los padres tienen derecho a escoger la que ha de impartirse a sus hijos menores.

¿Qué pasarí­a si un padre o madre no considera como propia la ideologí­a a la que está inclinada la institución dónde se «educa» a su niño o niña? ¿No seria de cierta manera, al menos, un poco inmoral, el hecho de utilizar a las niñas y niños como medio de expresión de la ideologí­a de la institución?

Es necesario conocer qué tipo de educación es la que recibe cada persona, no vaya a ser que se le eduque de manera que tenga que pasar sobre sus hermanos, en lugar de ser solidario. O que solamente deba tener una actitud positiva ante los problemas nacionales, mientras en realidad deba tomar acciones encaminadas a la solución de dichos problemas.