
Faltan menos de 48 horas para que concluya la campaña electoral. Según la tradición de las elecciones en los últimos años, es seguro que el lunes 12 de septiembre, sabremos quiénes integran el Congreso Nacional y las corporaciones municipales período 2012-2016. Me parece que en la elección presidencial habrá segunda vuelta, por lo que, hay que esperar otras semanas para conocer el nombre del nuevo Presidente de la República.
En Guatemala persiste una sociedad fragmentada, democracia frágil e incipiente y un Estado débil; esa realidad plantea un desafío para quienes resulten electos. Cuando por fin llegamos al día de las elecciones y luego de un balance de las propuestas electorales, concluyo que la retórica de la clase política está por completo alejada de la realidad, sobre todo de las condiciones económicas y sociales de grandes capas de población. Los discursos y promesas fueron vacíos, carentes de contenido, sin ninguna originalidad, repetitivos, ninguno transformador en términos de atender los históricos problemas estructurales sin resolver; muy al contrario, con la excepción de algunas propuestas del Frente Amplio, las de los demás partidos políticos, todos de derecha, son para reproducir el sistema y mantener el estado de injusticia y desigualdad existentes.
Me refiero por ejemplo, al vacío propositivo en relación a fortalecer y robustecer al Estado, perfeccionar la democracia participativa y resolver la recomposición del tejido social. Ninguno se comprometió a eliminar la pobreza, el hambre o el analfabetismo, a extender la cobertura y universalización de la seguridad social, al cumplimiento de las Metas del Milenio, a crear, promover y ejecutar políticas públicas a favor de la niñez, adolescencia y juventud, a honrar los compromisos internacionales en materia de derechos de los trabajadores y de los pueblos indígenas, a respetar la diversidad étnica, cultural y sexual, a rescatar la soberanía, a ampliar la legislación y protección a favor de la mujer, a respetar y promover la equidad de género, a ampliar la cobertura y calidad educativa y de salud. La omisión de los temas citados, revela ausencia total de compromiso para promover el desarrollo humano.
Y hablando de desarrollo humano, por invitación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, asistí a la presentación del libro, “El Estado en Guatemala: ¿orden con progreso?†entregado a su autor, el querido amigo Edelberto Torres-Rivas, quien en ese mismo acto, recibió la Medalla de Oro de las Naciones Unidas, en reconocimiento a sus méritos profesionales y a los aportes al estudio, investigación y coordinación de los Informes sobre Desarrollo Humano elaborados en los últimos 14 años. Es la primera vez, que Naciones Unidas otorga esa alta distinción a un académico guatemalteco.
En víspera de acudir a votar, hay muchas personas que con razón, aún mantienen la duda sobre su elección. Y es que entre algunos sectores de ciudadanía, hay cierto grado de desencanto, desinterés y escepticismo por las elecciones, en parte por la descomposición progresiva de la clase política, porque muchos han estado envueltos en escándalos de corrupción, abuso de autoridad, tráfico de influencias, desvío de fondos públicos y otros hechos ilícitos. El título de esta columna lo tomé del libro de Norberto Bobbio, que lleva ese nombre y se refiere al debate sobre la dicotomía entre intelectuales y poder en la sociedad contemporánea. Es como la duda entre elegir sobre votar o no votar.