A pocos días de terminar su mandato, el presidente de los Estados Unidos George Bush puede sentirse muy contento de saber que su doctrina relacionada con el derecho a realizar ataques preventivos de manera unilateral y sin tomar en cuenta el sistema de Naciones Unidas es ejecutada al pie de la letra por Israel. Poco importa que la campaña en Gaza sea para decidir los comicios que harán los judíos en la elección del próximo año ni que mueran personas inocentes como se ha documentado ampliamente.
Lo que cuenta en estas circunstancias es que nuevamente todo el sistema se lo pasan literalmente por el arco del triunfo en una fiel implementación de los términos de la doctrina Bush que ha sido condenada hasta por los electores norteamericanos, pero que sigue teniendo plena vigencia y es avalada aun por los medios de prensa más liberales, como el New York Times, que cuando se trata de avalar lo que hace Israel no tienen empacho de estirar los comentarios y hacer interpretaciones que nunca harían en otros casos.
Porque la verdad es que se trata de una violación flagrante de los términos de la Carta de Naciones Unidas que obligarían a un Estado que se siente agredido a recurrir al Consejo de Seguridad para que se dispongan medidas para garantizar su seguridad y aun para reprimir ataques de otras naciones. Pero ya está visto que la ONU ha demostrado su absoluta incapacidad cuando se trata de enfrentar el problema del Cercano Oriente, acaso porque fue la misma entidad la que generó el añejo conflicto cuando dispuso afectar a la comunidad palestina creando en su territorio el Estado de Israel sin proveer a los palestinos de la seguridad de disponer de un Estado propio.
Y tratándose de Israel hay que suponer que Obama tendrá una política muy similar porque la influencia de los judíos en Estados Unidos es aun mayor que la de los cubano-americanos. Además, la nueva Secretaria de Estado, Hillary Clinton, tiene su base política en Nueva York donde los judíos son extremadamente poderosos no sólo políticamente, sino también económicamente.
De la misma manera en que se defiende con vehemencia, y lo hacemos nosotros, el derecho de los judíos a su Estado, el mundo debiera defender el derecho palestino a idéntico privilegio. De lo contrario, se muestra una actitud que va más allá de la hipocresía para caer en un juego mortal, terriblemente destructivo, que es el que está desempeñando Israel ahora, cuando para evitar el avance de los radicales halcones, los «moderados» se vuelven halcones y matan a inocentes simplemente para resolver su conflicto electoral.