¿Alguna vez ha sufrido algún tipo de discriminación por su heterosexualidad? ¿Cuál considera que es la causa de su heterosexualidad?
Carteles pegados en la sexta avenida.
Gracias a estudios científicos se ha llegado a la conclusión que la homosexualidad, es decir, la preferencia e interés sexual y sentimental de una persona hacia otra persona de su mismo sexo, no es enfermedad, perturbación, anormalidad ni desviación. Que muchas personas lo piensen y actúen a partir de una postura homofóbica, es otra cosa, y lamentablemente esta actitud abunda.
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«Yo no estoy en contra de ellos pero tampoco estoy a favor que puedan casarse, tener hijos, o reconocer su conducta como normal», escuché una vez a una persona. «Aceptar uniones legales entre personas del mismo sexo, sería como aceptar que una persona quisiera casarse con un animal o como si se despenalizara la violación sexual o el asesinato», dijo alguien más.
Podría pensarse que en pleno siglo XXI el pensamiento social del ser humano ha llegado a un desarrollo tal que las diferencias ya no son vistas como una dificultad de convivencia, sino como una oportunidad de crecimiento con diversos puntos de vista de la realidad. Guatemala, en el caso de la diversidad sexual, entre otros, está muy lejos todavía.
El lenguaje por ejemplo, nuestra principal herramienta de comunicación, está viciado por la tendencia a imponer un pensamiento único, en donde lo heterosexual es lo normal y moral. «Hueco», «marica», son palabras comunes utilizadas como insulto, de la misma manera en muchas personas todavía recurren a la palabra «indio» como sinónimo de necio o sucio.
La Constitución Política de la República afirma que todos los seres humanos somos libres e iguales en dignidad y derechos. No está nunca de más decir que este principio básico constitucional de nuestro país no tiene ninguna vigencia en la práctica, y en el tema sexual, mucho menos. ¿Iguales a quién? ¿Debemos entender igualdad como homogeneidad?
El no reconocimiento de la diversidad sexual tiene serias consecuencias. En materia de salud, por ejemplo, las campañas de prevención del VIH están enfocadas únicamente a la población heterosexual; de la otra parte se ocupan únicamente organizaciones sociales, y lamentablemente se requiere de más esfuerzo y recursos económicos.
Por supuesto que la población homosexual, tanto hombres como mujeres, no constituyen una mayoría dentro de la sociedad, sin embargo, en un sistema verdaderamente democrático cada persona, cada minoría, debe contar con el reconocimiento por parte del Estado para garantizar su desarrollo como ser humano.
Veamos un ejemplo concreto: Ecuador. La Constitución recién aprobada en este país sudamericano señala que nadie puede ser objeto de discriminación por su preferencia sexual. ¿Cuándo en Guatemala?