La dinámica polí­tica tras la Semana Santa


Por pura inercia, terminada la Semana Santa arrancará la campaña polí­tica que ha de durar hasta que el año entrante los guatemaltecos elijamos a las nuevas autoridades, incluyendo al Presidente de la República. En estos dí­as, seguramente que el tema polí­tico será parte de la comidilla en cuanta reunión se tenga, porque es obvio que a partir del próximo lunes todos tendrán que entrar en el ritmo impuesto por el Gobierno que viene jugando sus cartas con precisión para posicionarse electoralmente en una forma que no hemos visto anteriormente.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

En efecto, el polí­tico que postergue su campaña estará sacrificando sus posibilidades porque la campaña real arrancó hace mucho tiempo, no obstante las prohibiciones existentes, puesto que nunca como ahora un gobierno habí­a funcionado tan eficazmente como maquinaria electoral. Quizá tomando en cuenta los antecedentes de otros perí­odos, en los que el oficialismo tuvo siempre el camino cuesta arriba, en esta ocasión se ha centrado todo el esfuerzo del sector público con una clara y manifiesta intención de proselitismo y eso tiene que rendirle frutos, indudablemente. La oposición, si es que existe, se ha mostrado incoherente y perpleja frente a la situación, incapaz de reaccionar adecuadamente para contrarrestar el impacto que el uso de los recursos públicos está teniendo en el panorama electoral del paí­s. Achicopalados es la palabra que los chapines utilizamos para referirnos a esas actitudes que ahora se observan entre los otros partidos polí­ticos que no pueden articular una respuesta adecuada a la bien concebida y ejecutada estrategia del Gobierno que no da palos de ciego. Es un hecho que el partido de gobierno ha jugado todas sus cartas bajo la dirección habilidosa de la esposa del Presidente, quien ha conformado un grupo de operadores que están dispuestos a aprovechar la oportunidad y los recursos disponibles para lograr el cometido que se han propuesto. A estas alturas nadie se puede hacer el papo pensando que la UNE todaví­a baraja nombres para decidir su futuro electoral, toda vez que está más que claro y manifiesto su objetivo y la forma de lograrlo. En cambio, la oposición parece no sólo aletargada sino también como con la cola machucada, porque no puede articular una reacción ante el embate que se viene produciendo para captar votos tanto en el área capitalina como en el interior del paí­s mediante los programas de cohesión social que, si bien tienen la filosofí­a y el fundamento de ser una inversión para combate a la pobreza, terminan siendo una formidable palanca polí­tica que puede catapultar por vez primera a un gobierno a ganar las siguientes elecciones, situación inédita en la polí­tica criolla de los últimos años. Y pareciera que estamos encaminados a volver a recorrer el sendero que se implementó en los años setenta, durante el gobierno de Arana, en el que también se usó cualquier recurso, lí­cito o no, para garantizar la continuidad de su proyecto polí­tico que en ese caso no era familiar, pero sí­ de casta porque los militares de la época se fueron sucediendo durante un perí­odo que pareció una eternidad y que terminó en marzo de 1982. Y como entonces, la oposición fragmentada y poco clara de su potencialidad, nunca tuvo los arrestos para reaccionar adecuada y oportunamente.