Mario Alfredo Ubico Calderón
Universidad de San Carlos de Guatemala
En el antiguo Reino de Guatemala el culto a Jesucristo bajo la advocación del Niño Jesús o Niño Dios fue popular, aunque las representaciones de Cristo Crucificado, Jesús Nazareno con la cruz a cuestas, Ecce Homo y Cristo de la flagelación, ocuparon un lugar preeminente en la devoción cotidiana de los antiguos habitantes de Guatemala; sin embargo, es de mencionar que existieron algunas cofradías cuya devoción fue el Niño Jesús, siendo importante mencionarlas a continuación.
En la capilla de Santa Ana de naturales, adjunta al templo franciscano, existió una importante cofradía llamada del Niño Jesús de la Veracruz, notable porque en la Colonia personas no indígenas le rendían veneración y en ocasiones le donaban bienes; por su parte, al nororiente de la Capital del Reino existió desde 1563 una cofradía llamada del Nombre de Jesús en el barrio de Candelaria la cual, se cree, tenia como imagen titular una del Niño Jesús y celebraba entre otras fechas importantes la festividad del Dulce Nombre de Jesús. Muchos años mas tarde, en 1711 se conoce la existencia de una cofradía del Niño Jesús en el templo parroquial de Candelaria, sin duda alguna vinculada a la antigua cofradía que surgió en tiempo del Obispo Marroquín en la segunda mitad del siglo XVI.
En el templo de los religiosos de Santo Domingo existió la devoción al Dulce Nombre de Jesús, y en el interior de ese sacro recinto existió un altar dedicado al Niño Jesús situado en la capilla de San Jacinto, es de indicar que esta devoción al Dulce Nombre de Jesús tiene en principio origen dominico y tiene en las imágenes de Niño Jesús sus representaciones clásicas; por su parte, en el templo del Hospital de Belén se tiene información que para 1769 en el altar mayor había la imagen de N. S. Titular con su Niño Jesús y dos misterios, cada uno integrado de imágenes de la Virgen Maria, San José y Niño Jesús de tamaño natural; mientras en otras congregaciones religiosas como sucedió con las religiosas de Capuchinas, existió entre ellas una encargada de cuidar los «niños jesuses», es decir una monja cuya actividad principal fue la de mantener el aseo y reverencia de las imágenes que con esta advocación existieron en dicho convento.
Prácticamente todas las cofradías de pasión, fundamentalmente de Jesús Nazareno, estaban muy vinculadas a la devoción al Niño Jesús, y era celebrada con mucho fervor la festividad del Dulce Nombre de Jesús, tal es el caso de las cofradías del Nazareno de Mazatenango Suchitepéquez, organización que en el año 1696, la de Jesús Nazareno de Guazacapán en 1707 y Jesús Nazareno de Cuyotenango, Suchitepéquez en 1693; mientras que cofradías como la de Jesús de San Jerónimo, imagen actualmente conocida como Jesús de La Merced de La Antigua Guatemala
celebraba la Navidad y la Circuncisión del Señor, entre otras festividades, a lo largo del año. Es de indicar que muchas cofradías tenían entre sus bienes imágenes de Niño Jesús con advocaciones vinculadas a la pasión de Jesucristo, así como de Cristo Resucitado, en este último caso se tiene reportado entre los bienes de la Escuela de Cristo en la Nueva Guatemala después de 1815, una imagen del Niño de la Resurrección, sin duda similar a la obra cuya fotografía se encuentra adjunta a este artículo procedente de San Juan del Obispo, Sacatepéquez; éstas imágenes sin duda eran objeto de veneración en días como el ya mencionado del Dulce Nombre de Jesús que era celebrado en el mes de enero de cada año.
Es célebre, desde finales del siglo XVII y seguramente antes, la devoción al Niño Jesús de Belén del pueblo de de Amatitlán; lo menciona en su «Recordación Florida» el cronista Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán quien escribe alrededor del año 1689, y por ser persistente esa devoción vuelve a señalarla el cronista Domingo Juarros a finales del siglo XVIII en su crónica «Compendio de la Historia de Guatemala», Ernesto Chinchilla Aguilar en su obra «Historia y Tradiciones de la Ciudad de Amatitlán» escrita en 1961 hace un resumen de lo conocido a través de los cronistas mencionados y describe la importancia que para ese entonces tenía dicha imagen, así mismo el aporte de Fernando Urquizú titulado «El Niño de la Vera Cruz y su fiesta de San Juan Amatitlán» del año 2009 que trata el tema a partir de otras fuentes de información.
En la ermita de N. S. de Dolores del Cerro que se hallaba en la jurisdicción de la parroquia de N. S. de Candelaria a principios del siglo XVIII era celebrada la festividad del «Niño Perdido», la cual se cree, formaba parte de las festividades del ciclo navideño en la Capital del Reino.
Como se pudo vislumbrar a través de este paso fugaz por documentos de la í‰poca Colonial y algunas publicaciones especializadas, desde aquel entonces los habitantes de la Capital Santiago como todos aquellos que habitaban en las provincias del Reino tenían acendrada devoción al Niño Jesús, al grado que en todos los templos de los pueblos, inclusive en aquellos muy alejados, fue importante actividad la realización de «Nacimientos» lo cual implicó en principio contar con obras escultóricas del Niño Jesús, Virgen Maria y San José, aunque la demanda de talladuras complementarias al conjunto principal como ángeles, pastores, ovejas, buey y mula entre otras imágenes, fue cada vez con el paso del tiempo a lo largo y ancho del Reino.
Algunos datos más acerca del Niño Jesús de la Veracruz es posible conocerlos en el artículo de este servidor titulado «Datos históricos de la imagen del Niño Jesús de la capilla de los naturales de Santa Ana en la í‰poca Colonial» incluida en el libro «Apuntes Históricos del Ciclo navideño en Guatemala» publicado por el Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala en el año 2007, mientras que mas información de las cofradías del templo de N. S. de Candelaria es posible conocerla en el articulo «Historia de las cofradías de la candelaria especialmente la de Jesús Nazareno publicado por el Centro de Estudios Folklóricos de la Universidad de San Carlos
De Guatemala en la revista «Tradiciones de Guatemala» del año 1995.