Nosotros lo hemos señalado repetidas veces.
El crimen organizado ha logrado lo que para ellos constituye una «estupenda» realidad que vive Guatemala, pero que exige y clama a viva voz la más pronta y enérgica solución. Ante todo está plenamente comprobado que por la acción u omisión de aquéllos que ha desfilado en la dirección del país, nos han dejado como bochornosa herencia un mayúsculo descalabro de las instituciones que en su extenso articulado comprende nuestra Constitución Política y cuya vigencia es elemental para que dé un Estado de Derecho.
Y es que los ex gobernantes responsables de esta crisis, cuando vieron realizados sus sueños de pétalos de rosas y ya sentados en esas mullidas poltronas que por su inexperiencia nunca habían conocido, llevados por la inercia situaron a la nación en tales condiciones como las que actualmente vivimos: el Estado se encuentra de rodillas ante el poder de las fuerzas ocultas que -lógicamente- no deben ni pueden tener más poder que el mismo Estado.
Desgraciadamente la situación está dada y lo seguiremos repitiendo: la falta de gobierno durante la más grande de las intervenciones del poder económico en Guatemala dentro del ámbito político, que logró llevar al Ejecutivo a aquella «dinerocracia» que se instaló con el caballo de Troya que no partido político Gana, figurara por largos años dentro de nuestra historia como «factótum» de toda esta increíble pero cierta situación de violencia social, marcada lucha de clases que era innecesaria, la ingobernabilidad, división, desestabilización y numerosos otros males y fracasos.
Y esta realidad la reconoció el mismo presidente de la República ílvaro Colom en La Antigua Guatemala con las siguientes palabras: «El crimen organizado se ha fortificado durante los últimos ocho años y ahora se está exacerbando…» habiendo agregado a esto que los dos gobiernos anteriores permitió que una «mano peluda le entregara el país al crimen organizado…»
No cabe duda y por mucho que nos quisieran acusar de gobiernistas, que el mandatario ha descrito excelentemente lo que esta pasando.
Ahora bien. La única forma en el gobernante puede sacar al país del atolladero en que se lo dejaron, es reafirmando el poder político que él ganó en la urnas y que le dio el mandato, de frente al desafío de todas fuerzas que aun puedan o pretendan tener alguna vigencia después de haber conducido al país a la situación actual. Y para poder reafirmar el Poder Político, debe el actual mandatario poner a cada uno en su lugar, echando mano de todos los recursos legales que tenga a su alcance. Solamente así deberá poder hacer comprender a quienes de hecho detentan el poder económico que no deben seguir interfiriendo en la acción gubernamental. Por cuanto una democracia solamente pudo darse donde se delimitan los tres poderes que de hecho se dan en la nación: poder político, poder económico y poder militar. Y es cierto que este planteamiento es filosófico y no jurídico. Por cuanto lo estableció Aristóteles. Pero si la actuación de cada uno no se ubica en el marco legal y abandona las presiones ambiciones de que quede solamente uno o dos de esos poderes en el espectro, la nación sucumbe y no existe democracia alguna.
Nuestra historia reciente es elocuente en la descripción de la forma en que la ignorancia política de elementos que fueron llevados al Poder Ejecutivo por la nefanda injerencia del poder económico, en su necedad de apoderarse de los puestos políticos. Para esto basta remontarnos a unas declaraciones vertidas por el ex ministro de Gobernación asignado por el CACIF dentro de la acracia anárquica que encabezó Berger, en mayo de 2006. Se vivía más o menos la mitad de ese nefasto periodo presidencial y aquel ex ministro Vielmann decía a la prensa nacional que «Cuerpos paralelos y del Crimen Organizado (enquistados en el Estado) intentaban desestabilizar al país».
Lo peor es que lo sabían, pero no hicieron nada. Tuvieron que salir tales aves de mal agí¼ero, luego de sus fantásticas declaraciones, renunciando ante macabros crímenes de los que fue acusado el mismo desgobierno que ellos dirigían, como el asesinato de los diputados al Parlacen. Y el mismo ex presidente dijo en las instalaciones del Inguat -casi al final de su periodo-nunca se había comprometido a dar seguridad a la población, porque este planteamiento nunca formó parte de sus ofrecimientos electorales… El ex mandatario fue sumamente cínico, puesto cobraba su sueldo mensual y la Constitución enumera claramente la lista de principales obligaciones del Presidente de la República Art.183 b) «Proveer a la defensa y a la seguridad de la Nación, así como a la conservación del orden público»
De manera pues, que es muy cierto que al gobierno actual se le entregaron solamente las «trazas» del país. Estamos viviendo una situación extrema donde ni el actual mandatario tiene libertad de expresión, puesto que se abre la boca para decir algo, al día siguiente las fuerzas paralelas de crimen organizado asesinan a la directora de una ONG que no tenía nada que ver con la pelea que se tenían entre el ejecutivo el CACIF, por ejemplo y como sucedió con el cobarde asesinato de Sandra Margarita de Pira, directora Asistente del Consejo Nacional Para la Prevención del Delito (ONG)
Es momento pues de que los poderes que son legales y no facticos, reafirmen y combinen de la mejor forma los recursos que legítimamente tienen a su alcance para corregir el rumbo y retomar los restos de nación que los ineptos les dejaron, ejerciendo con firmeza el mandato popular que recibieron en las ultimas elecciones.