La despenalización de la droga


Oscar-Marroquin-2013

Un documento de Naciones Unidas pone sobre el tapete de la discusión para todos los países miembros el tema del fracaso de las prácticas hasta ahora utilizadas para combatir el narcotráfico, haciendo énfasis en que los recursos que se derrochan en ese estéril esfuerzo tendrían mejor aprovechamiento si se destinaran a la prevención y a realizar campañas para desestimular el consumo de estupefacientes, en vez de centrar el esfuerzo en la guerra contra los poderosos cárteles que se aprovechan de la debilidad institucional de muchos de nuestros países para incrementar su poder.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


El paso es significativo y no se puede negar la importancia que tiene en este largo proceso el paso que dio hace un par de años el Presidente de Guatemala cuando propuso la despenalización de la droga, en una polémica postura que generó el inmediato rechazo de los Estados Unidos, especialmente de parte del mismo presidente Obama que calificó de descabellada la propuesta. Sin embargo, primero fue la OEA que decidió iniciar el debate sobre el particular y luego ahora lo hace Naciones Unidas en un documento que, sin duda alguna, generará discrepancias y conflicto, pero que obliga a plantear un debate serio sobre las alternativas que se presentan para poder avanzar en la lucha contra uno de los flagelos de la humanidad.
 
 Yo siempre he criticado la doble moral de los políticos norteamericanos que no sólo se dan el lujo de certificar a los otros países en cuanto a su lucha contra el narcotráfico, sino que no hacen absolutamente nada para contener la demanda del mayor mercado de droga del mundo que es, precisamente, Estados Unidos. Y lo peor de todo es que nunca se sabe que se ejecute alguna captura importante adentro de Estados Unidos de los muchos capos que tienen el negocio de la distribución en las principales ciudades de ese país. Se reclama a estos países que destinen recursos millonarios para librar la desigual lucha contra los cárteles que disponen de recursos para sobornar a medio mundo, pero no se dice nada de la forma en que las autoridades antinarcóticas de Estados Unidos se hacen de la vista gorda ante las redes, extensas e igualmente lucrativas, que operan en su propio territorio.
 
 Por ello, porque mientras exista la demanda en los niveles que ahora vemos, siempre habrá negocio de venta de drogas, es que siempre he sido de la idea de que si Estados Unidos no quiere librar la lucha para controlar su propio mercado, entonces debe ceder y entender que la despenalización puede y debe ser el camino para acabar con ese crimen violento y comercial del tráfico de los distintos estupefacientes.
 
 El tema de la prohibición del alcohol en el siglo pasado y como ello potencializó el poder de la mafia al enriquecerse con el comercio ilícito del licor es un ejemplo claro de lo que ocurre cuando el Estado castiga el consumo de algún producto sin la capacidad de realmente contener el negocio. Algunos piensan que no es lo mismo el alcohol que la droga, pero sus efectos son muy parecidos, igual que los niveles de dependencia, y es mejor invertir en prevención y hasta en curación de los adictos que en librar la violenta guerra con los cárteles, guerra totalmente desigual y difícil de ganar.