El sábado, la reportera de La Hora preguntó al presidente Otto Pérez Molina sobre el reportaje que publicamos en esa semana respecto al tema de la despenalización de la droga como una alternativa para enfrentar el problema del narcotráfico, y el Presidente anunció de inmediato que el tema lo han venido analizando en su gobierno y que propondría a sus colegas de la región una iniciativa conjunta para proponer la despenalización del comercio, tráfico y consumo de las drogas ante la situación que se vive y la falta de compromiso del principal mercado consumidor para cooperar eficientemente.
No olvidemos que con la Iniciativa del Plan Mérida, Guatemala apenas si recibió una verdadera migaja de 17 millones de dólares para enfrentar un negocio que mueve cantidades inmensamente mayores, lo que les provee de una capacidad de fuego ilimitada pero, además, del potencial para comprar autoridades de todos los niveles para sumir al país en un problema terrible. La debilidad institucional del Estado de Guatemala es un atractivo para la propagación de los negocios ilícitos, pero con el narcotráfico no tenemos capacidad en absoluto de luchar de igual a igual porque quienes deben ser nuestros socios en esa lucha zafan bulto.
En La Hora hemos criticado severamente la ausencia de acciones concretas contra los cárteles que distribuyen internamente en Estados Unidos las drogas, puesto que nunca se sabe de golpes directos a esos grupos poderosísimos que son los que negocian con los cárteles latinoamericanos. La revista Newsweek publicó recientemente cómo es que el proveedor de inteligencia para que la DEA combata a los narcotraficantes de México y Guatemala es nada más y nada menos que el Chapo Guzmán, quien de esa manera usa el poderío norteamericano para librarse de sus competidores y asegurarse el control del mercado que ahora prácticamente comparte únicamente con los Zetas.
Estados Unidos ha rechazado la idea de Pérez Molina de plantear la despenalización de la droga, como era de esperar. Pero el debate tiene que abrirse porque si Estados Unidos quiere enfrentar al narco con propiedad y corrección, no basta con exigir a estos países que pongan los muertos en una guerra desigual. Tiene que haber un compromiso más claro, contundente, categórico y expreso, de Washington, para que la lucha sea compartida. Y con la misma firmeza que se le exige a estos países que hagan incautaciones y capturas, se tiene que exigir a Estados Unidos que haga lo mismo con los cargamentos y los traficantes que los comercian para entregarlo a los “pushers” en las calles de las principales ciudades de ese país. “Dan darán, dicen las campanas” y mientras EUA nos regatee ese compromiso, la propuesta de la despenalización sigue siendo una alternativa sensata.
Minutero:
Mantener la prohibición
es empoderar los cárteles;
con una nueva visión
pueden cambiar los papeles