La despedida de Méndez Herbruger


Si algo hací­a falta para ponerle guinda al doble perí­odo de ese señor Méndez Herbruger al frente del Congreso como resultado de andar comprando con viajes a sus colegas, el escándalo de la falsificación de una carta que sirvió a tres diputados de la GANA (cuando no), para viajar con gastos pagados a Parí­s es la verdadera tapa al pomo para confirmar el nivel de corrupción que el mencionado individuo introdujo en el manejo del Congreso de la República.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Por supuesto que a pesar de las acciones que ya anunció la diputada Anabella de León para deducir las responsabilidades del caso, para eso tiene la GANA a un Fiscal General al gusto del cliente que deberá encargarse de apachar el clavo y evitar que tengan que ir a la cárcel por la falsedad material e ideológica, además de pichicata, de Méndez Herbruger y los tres viajeros. Se han hartado de pisto durante todo el perí­odo legislativo gracias a la corruptela que de manera descarada introdujo el actual Presidente del Congreso para mantenerse en el cargo dilapidando los recursos públicos y todaví­a así­, aprovechando los últimos resabios del presupuesto y para garantizar que se han de levantar hasta el último centavo posible, montan la patraña de un viaje oficial mediante la burda y descarada falsificación de un documento extranjero.

Personalmente creo que este caso debiera ser que así­ como en el gobierno anterior el Ministro de Gobernación fue a parar a la cárcel y lo mismo ocurrió con los funcionarios del IGSS, capturados antes del cambio de gobierno, los viajeros y el Presidente del Congreso fueran a terminar con sus huesos al Preventivo. Seguramente que no va a ocurrir porque los señores de la GANA no se han quitado el vestido de primera comunión, pese a las brutales evidencias, y siguen presumiendo de que como son de la «alta sociedad» pueden embolsarse el dinero del pueblo sin temer las reacciones que despertó la corrupción del gobierno de «shumos» del FRG y Portillo.

En aquellos dí­as se dijo que muchos de los funcionarios acusados de corrupción eran centaveros y «huevea vueltos», como les dijeron en algunas publicaciones por los gavetazos y su pinche ambición, sobre todo si la comparamos con los elevados negocios y jugosas mordidas con empresas de prestigio y reconocimiento que son propiedad de gente del «jet set». Pero por lo visto en eso de arrasar con todo no hay diferencias y la «shumada» no hace distingos de clase ni de posición social, puesto que es inaudito lo que ha ocurrido ahora y más grave será la segura indiferencia de los entes fiscalizadores.

No se trata de devolver el dinero que se clavaron y que no pudieron gozar porque se les destapó el trinquete. Se trata de que, para empezar, el que les autorizó el viaje y los viajeros, renuncien por dignidad y se sometan a los tribunales sin alegar ni usar inmunidad alguna. Al fin y al cabo, cuando es tan notoria la inmundicia, pretextar inmunidad es un cinismo que no puede tolerarse.

Debo decir que ese señorito Méndez Herbruger se merecí­a un clavo como éste para culminar su mediocre presencia en la vida pública nacional, aunque es probable que este fachendoso, vanidoso y fatuo personaje de nuestra polí­tica vuelva a ser uno de los rostros de la GANA para la futura elección. Pero al menos ahora no podrá navegar con esa su carita compungida y andar apretadito sin que se recuerde este pichicato trinquete. Y no deja de ser necesario reflejar parte de su peculiaridad, destacando al menos alguno de sus vicios.