Si algo hacía falta para ponerle guinda al doble período de ese señor Méndez Herbruger al frente del Congreso como resultado de andar comprando con viajes a sus colegas, el escándalo de la falsificación de una carta que sirvió a tres diputados de la GANA (cuando no), para viajar con gastos pagados a París es la verdadera tapa al pomo para confirmar el nivel de corrupción que el mencionado individuo introdujo en el manejo del Congreso de la República.
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Por supuesto que a pesar de las acciones que ya anunció la diputada Anabella de León para deducir las responsabilidades del caso, para eso tiene la GANA a un Fiscal General al gusto del cliente que deberá encargarse de apachar el clavo y evitar que tengan que ir a la cárcel por la falsedad material e ideológica, además de pichicata, de Méndez Herbruger y los tres viajeros. Se han hartado de pisto durante todo el período legislativo gracias a la corruptela que de manera descarada introdujo el actual Presidente del Congreso para mantenerse en el cargo dilapidando los recursos públicos y todavía así, aprovechando los últimos resabios del presupuesto y para garantizar que se han de levantar hasta el último centavo posible, montan la patraña de un viaje oficial mediante la burda y descarada falsificación de un documento extranjero.
Personalmente creo que este caso debiera ser que así como en el gobierno anterior el Ministro de Gobernación fue a parar a la cárcel y lo mismo ocurrió con los funcionarios del IGSS, capturados antes del cambio de gobierno, los viajeros y el Presidente del Congreso fueran a terminar con sus huesos al Preventivo. Seguramente que no va a ocurrir porque los señores de la GANA no se han quitado el vestido de primera comunión, pese a las brutales evidencias, y siguen presumiendo de que como son de la «alta sociedad» pueden embolsarse el dinero del pueblo sin temer las reacciones que despertó la corrupción del gobierno de «shumos» del FRG y Portillo.
En aquellos días se dijo que muchos de los funcionarios acusados de corrupción eran centaveros y «huevea vueltos», como les dijeron en algunas publicaciones por los gavetazos y su pinche ambición, sobre todo si la comparamos con los elevados negocios y jugosas mordidas con empresas de prestigio y reconocimiento que son propiedad de gente del «jet set». Pero por lo visto en eso de arrasar con todo no hay diferencias y la «shumada» no hace distingos de clase ni de posición social, puesto que es inaudito lo que ha ocurrido ahora y más grave será la segura indiferencia de los entes fiscalizadores.
No se trata de devolver el dinero que se clavaron y que no pudieron gozar porque se les destapó el trinquete. Se trata de que, para empezar, el que les autorizó el viaje y los viajeros, renuncien por dignidad y se sometan a los tribunales sin alegar ni usar inmunidad alguna. Al fin y al cabo, cuando es tan notoria la inmundicia, pretextar inmunidad es un cinismo que no puede tolerarse.
Debo decir que ese señorito Méndez Herbruger se merecía un clavo como éste para culminar su mediocre presencia en la vida pública nacional, aunque es probable que este fachendoso, vanidoso y fatuo personaje de nuestra política vuelva a ser uno de los rostros de la GANA para la futura elección. Pero al menos ahora no podrá navegar con esa su carita compungida y andar apretadito sin que se recuerde este pichicato trinquete. Y no deja de ser necesario reflejar parte de su peculiaridad, destacando al menos alguno de sus vicios.